Publicado 6 oct 2020 (editado) ¡Hola! Hace bastante tiempo que no jugaba a los sims ya que mi ordenador me dio problemas, al igual que hace tiempo que no entraba a este foro. Guardo mucho cariño a este lugar ya que en su época pasaba muchas horas del día metida aquí. Me pasaba el día leyendo legacys y otras historias, e incluso subí uno propio, pero dejé de ser constante y ahí se quedó. Me entristece ver que ya casi nadie sube nuevo contenido y esta comunidad va muriendo poco a poco. Así que hoy traigo mi propio legacy challenge. Este legacy no pretende ser una historia súper currada ni nada parecido, es más bien algo personal. Sólo lo subo con la intención de dejar constancia del proceso, si algún día logro terminarlo… No creo que pueda actualizar todos los días pero intentaré ser constante. Aún así espero que quien lo lea lo disfrute, tanto como me hace a mí hacerlo. Leyes de sucesión. Ley del género. -Igualdad. Ley del linaje. -Tradicional. Ley del heredero. -Aleatorio. Ley de la especie. -Xenofobia. Normas. 1. Sin trucos, hacks o mods que te den una ventaja sobre alguien que no los usa. 2. Sin reinicios después de eventos negativos. 3. No puedes mudar a cualquier otro sim a la familia, con excepción de los sims que traerán a la siguiente generación 4. La familia debe quedarse en el mismo lote mientras dure el desafío 5. Un sim puede utilizar un objeto anti-edad UNA vez en su vida. 6. No puedes cambiar la aspiración actual de un sim. 7. No puedes traer a un sim de vuelta a la vida una vez la Parca se lo ha llevado. PUEDES rogarle a la Parca para salvar a un sim recientemente muerto. 8. No puedes mudar o casar fuera del solar a un sim que porte el titulo de heredero. 9. Al jugar un Legacy Challenge, la familia es la UNICA con la que podrás jugar en ese juego guardado. Fichas de fundador y herederos. Spoiler (En construcción) Árbol genealógico. Spoiler (En construcción) Editado 6 oct 2020 por ambrosiojdr A Sheryl Wayne le gusta esto Share this post Link to post Compartir en otros sitios
Publicado 7 oct 2020 Capítulo 1: Aburrida soledad. Amelia Me mudé a Windenburg un plácido otoño. Recuerdo la lluvia caer aquel día, hasta calar en mis calcetines. No tenía dinero, ni identidad. Había huido de mi hogar en busca de una vida mejor. Me construí un pequeño hogar en aquel enorme terreno abandonado, con la esperanza de formar una familia allí algún día. Odiaba las condiciones a las que me veía obligada a sufrir, era un sitio horrible y hacía frío. Pero aún así, no perdí la ilusión, estaba emocionada por lo que había conseguido. Conseguí un trabajo pequeño en la editorial, como ayudante de un escritor. Quería cumplir mi sueño, quería llegar a ser una autora de best-sellers. Pero para ello, debía empezar desde abajo. Aquel día corrí hasta la biblioteca para comenzar a formarme. Quería ser lo suficientemente buena para lograr un ascenso pronto. Estuve leyendo durante horas sin parar. Era algo que me hacía realmente feliz, así que no supuso ningún problema. En cambio, comenzar a escribir fue más duro. Pero poniendo mi mayor empeño, conseguí también terminar un pequeño libro para niños. Estaba ansiosa por comenzar a autopublicar. Aunque mis miedos me frenaban un tanto. Por desgracia, mi nevera se averió bajo la lluvia, así que tuve que ir a por comida a un puesto de comida ambulante. Tenía a penas 15 simoleones en el bolsillo, por lo que intenté regatear para conseguir una rebaja. Aunque no funcionó en absoluto. Gasté a regañadientes 10 simoleones, y comí con algo de tristeza y preocupación. No conocía a nadie en la ciudad y estaba sola, y para colmo, no tenía dinero. Pero antes de que me diera cuenta, varias personas me rodearon en pocos minutos. Winderburg era un lugar lleno de hospitalidad. Al menos pude socializar algo en aquel triste día. Aunque no tardaron en ignorarme y a hablar entre ellos. En principio decepcionada, mis expectativas volvieron, cuando ambos se giraron y comenzaron a hacerme preguntas. —Chica, ¿eres nueva, verdad? — pregunto aquella señora con aspecto de adinerada. —Mmm —asentí con desconfianza. —Bienvenida a Windenburg —sonrió el chico que estaba a mi lado. Esa misera conversación me alegro el resto del día. Volví a casa bajo la oscuridad de la luna. A penas conseguí conciliar el sueño, pero hice lo que pude. Ya que, al día siguiente, sería mi primer día de trabajo. A la mañana siguiente, me desperté temprano y salir a pescar. Sin embargo, no conseguí nada que poder vender. Cuando me marché al trabajo, mi puerta se llenó de vecinos. Fue una lástima no poder presentarme, quizá la suerte no estaba de mi parte del todo. Esa misma tarde, cuando regresé del trabajo, recibí un ascenso, y dentro de mi euforia, decidí que sería el momento idóneo para autopublicar mi primera novela. Para celebrarlo, viajé hasta el festival de las Trastadas y Carcajadas de San Myshuno. Fue una bonita noche, pero lo cierto, es que estuve sola. Traté de impresionar a la gente con mis chistes, aunque no creo que fueran tan graciosos como yo pensaba. Finalmente, encendí los fuegos artificiales para cerrar la velada. Con el dinero que conseguí en el festival, debido a la victoria de mi equipo, y el dinero extra del ascenso, reformé mi nuevo hogar, y lo convertí en un lugar más apacible. Aquella mañana, se respiraba un aire diferente en mi pequeña casa de Windenburg... A Sheryl Wayne le gusta esto Share this post Link to post Compartir en otros sitios
Publicado 9 oct 2020 Capítulo 2: Un nuevo amigo. Amelia Tras pasar un tiempo desde que autopubliqué mi primer libro, reuní el valor suficiente para leerlo por primera vez. Pensé que sería una experiencia enriquecedora para mi carrera como escritora, desgraciadamente, no resultó como yo creía. Después de terminar, quedé completamente decepcionada. Quizá me emocioné más de la cuenta al decidir publicarlo. Esto me puso algo triste. Después de ese mal trago, decidí que despejarme sería lo mejor. Así que decidí hacer un poco de turismo por Windenburg, y viajé hasta la zona de Windslar. Pensé que visitar sitios bonitos me inspirarían para mi siguiente historia. Tras echar un vistazo a todo el edificio, avisté en el patio exterior a una persona. Me percaté de que estaba jugando al ajedrez y me acerqué a ver si podía unirme a la partida. Este aceptó y pude socializar un poco. Al rato, no tardó en acercarse más gente a mirar cómo competíamos. Me lo pasé genial aquella tarde, aunque no recuerdo si gané. Cuando comenzó a anochecer, abandoné el lugar orgullosa de mi gran partida. Posteriormente, caminé hasta un pub que localicé durante el trayecto. Era un sitio bastante agradable, y se respiraba buen ambiente en él. Daban ganas de quedarse un buen rato. Tomé asiento en la barra, y miré las bebidas que había, con intención de pedirme una. Desgraciadamente, mi bolsillo no daba para mucho en ese momento, así que me pedí una de las más baratas. Beber sola era algo bastante triste, al menos me consolaba con la compañía de la música. Tenía algo de hambre y era tarde, así que me pedí, además, un plato de comida, y cené rápidamente. El pub cada vez estaba más lleno. Cuando terminé mi comida, sentí una fuerte motivación en mi cuerpo, así que me levanté, y me puse a bailar al ritmo de la música… aunque yo sola. Bailé hasta agotarme, con todas las miradas puestas en mí, pero sin preocuparme de nada… Ni siquiera de la hora. La hora… Hasta percartarme de que mañana trabajaba. Con todo el cansancio del mundo, abandoné el pub y me dirigí por el primer camino que divisé sin pensármelo mucho. E irremediablemente, acabé perdida. Era muy tarde y todos los caminos eran iguales. Pero avisté una luz a lo lejos, así que la seguí como mi única esperanza. Después de caminar un rato, descubrí que esa luz se trataba de nada más ni nada menos que de una casa. Vi que mi única opción era llamar e intentar abusar de la hospitalidad de un desafortunado. La puerta estaba abierta, así que entré haciendo todo el ruido posible para que la persona que viviera allí notara mi intrusión. —¿¡Hola!? ¡¿Hay alguien?! Una voz a lo lejos me respondió. —¿¡Quién es!? Me moví siguiendo el sonido de aquella voz, que parecía juvenil, y me adentré hasta la cocina, donde descubrí a un chico cocinando. —Buenas noches, disculpe por entrar así en su casa, soy nueva en el pueblo y me he perdido al intentar llegar a mi casa, ¿tiene idea de hacía dónde debo ir para llegar? —le tendí un papel con mi dirección escrita. Él rió para sí mismo. —Me temo que estás muy lejos de tu destino. ¿Cómo has llegado hasta aquí? Yo, con algo de vergüenza, respondí: —Pues…seguí el camino de piedra…yo…estaba en el pub de al lado... —En el pub de al lado —me imitó, riéndose. —¿Me podría indicar cómo llegar hasta mi casa, por favor? —respondí más seria, esta situación me estaba comenzando a incordiar. —Está demasiado oscuro, sería una irresponsabilidad por mi parte. —No importa, mañana tengo que ir trabajar —insistí, ya algo molesta —no puedo permitirme faltar, lo siento. —Lo siento, ya le he dicho lo que pienso —cortó en seco. —¿Entonces qué sugiere? —pregunté con exasperación. —Puede quedarse aquí. ¿Qué? —¿Disculpe? —En el cuarto de invitados, claro. Sonreí ante aquella invitación. Él se marchó por mi lado sin darme más explicaciones. Aquella sería una noche interesante. Fui a la habitación que me indicó con un leve movimiento de cabeza. Sin más preámbulos, me acosté y dormí. A la mañana siguiente, me desperté temprano. Me vestí a toda prisa, y salí de mi habitación en busca del chico para darle las gracias por su hospitalidad antes de marcharme. Pero al acercarme a donde él estaba, lo encontré durmiendo. Antes de marcharme divisé el papel que yo misma escribí con mi dirección en una mesita, y en él estaba escrito algo nuevo. “Christian +67 890392848”. Ese gesto me hizo gracia. Y me marché de aquella casa con una sonrisa en el rostro. Me dirigía hacia el trabajo, ya que, ya casi era la hora. Aunque lo cierto es que llegué un pelín tarde, pues estuve todo el camino pensando en las musarañas. Al día siguiente, dio comienzo a la celebración del día de la cosecha. Aunque no tenía a nadie, así que sería algo aburrida. Mi hogar se llenó de gnomos. Quizá algo de compañía sí que tenía. Aunque me destrozaron la casa. Supongo que era el precio a pagar. Ayer apunté el número de ese tal Christian al llegar a casa. Y hoy me dispuse a enviarle un mensaje, no quería arriesgarme a parecer ansiosa. En ese mensaje me presenté, ya que nunca le di mi nombre. Para mi sorpresa no me respondió… Eso me molestó bastante. Después de un tiempo sin escribir por culpa de mi última decepción, decidí comenzar un nuevo libro para niños. Para mi asombro, aquel día recibí una llamada en la que me informaron de que un familiar lejano había fallecido y que me había dejado en herencia 2 500 simoleones, acepté el dinero, y con ello remodelé un poco la casa. Por fin tenía una cocina, ahora tendría que aprender a cocinar. Tras mis experimentos en la cocina, decidí que con el dinero de la herencia podía adoptar un gatito, ya que desde hace tiempo me apetecía tener uno. Además así, tendría al fin compañía. Fui al ordenador, y contacté con la protectora para adoptar uno. Al poco, llegó a casa. Era un cachorro de hembra atigrado con los ojos verdes. La llamé Fibi. Sabía que no tardaría en cogerle cariño. Era muy pequeñita, me encantaba abrazarla. ¡¡¡Bienvenida a casa, Fibi!! *Más fotos de Fibi… Pronto, nos fuimos a dormir juntas. A la mañana siguiente, me esperaba despierta. —¡¿Quién es la gatita más bonita del mundooo?! Le encantaba jugar con su pelota. Después de unos días sin dar señales de vida, Christian, el chico que conocí cuando me perdí en Windslar, me invitó esa noche a una fiesta en las ruinas. —¿Esta noche me puedo quedar también en tu casa? —bromeé. —Ja-ja muy graciosa. Nos pasamos la noche bailando, pero yo no podía dejar de mirarle. “¿¡Pero qué estás haciendo, Amelia!?”. Me lo pasé muy bien aquella noche… Creo que por fin… Tenía un amigo… Después de horas de bailar y charlar, nos contamos prácticamente todas nuestras vidas. Él también quería ser escritor como yo, y además le gustaba la música. “¿No es el chico perfecto?”, pensé. Lo único que sé es que jamás olvidaré esa noche… Cuando ya se hizo muy tarde, nos despedimos. Había sido una velada increíble, aunque no se lo dije, claro. No quería que pensara que me había hecho ilusión ni nada parecido. ¡Pero nos dimos un abrazo! Aquella noche volví a casa casi a arrastras. Al día siguiente, al estar tan animada por cómo estaban transcurriendo las cosas últimamente, reuní el valor para volver a autopublicar. Aunque no fuera bueno, no importaba, tan sólo estaba empezando... Hola bonitos, ¡espero que os esté gustando el legacy! Estoy muy feliz de volver a publicar en esta comunidad, espero que disfrutéis cada capítulo. Nos vemos en la próxima. A Sheryl Wayne le gusta esto Share this post Link to post Compartir en otros sitios
Publicado 9 oct 2020 Qué casualidad que justo me he metido en el foro después de años para publicar un legacy, cuando veo que alguien más lo ha hecho. Además, justo mi heredera quiere ser escritora de best-sellers también... Increíble . Me encanta tu prota, se ve super lista y además es guapísima! Está loquita por Christian, aunque normal, es muy mono jeje. Y Fibiiiiiiiiiiiii . ¡Sigue publicandoooo! A ambrosiojdr le gusta esto Share this post Link to post Compartir en otros sitios
Publicado 9 oct 2020 hace 2 horas, Lolita said: Qué casualidad que justo me he metido en el foro después de años para publicar un legacy, cuando veo que alguien más lo ha hecho. Además, justo mi heredera quiere ser escritora de best-sellers también... Increíble . Me encanta tu prota, se ve super lista y además es guapísima! Está loquita por Christian, aunque normal, es muy mono jeje. Y Fibiiiiiiiiiiiii . ¡Sigue publicandoooo! Muchas gracias por tu comentario! Me ha hecho mucha ilusión Me alegro que alguien siga por aquí, pensaba que esto ya estaba medio muerto. Me gustaría mucho leer tu legacy, no lo encuentro, si me puedes pasar el nombre?) Me encantaría ver lo que has escrito. De nuevo, gracias! Share this post Link to post Compartir en otros sitios
Publicado 10 oct 2020 Capítulo 3: el invierno contigo. Amelia Tras visitar 30 000 páginas sobre recetas sencillas para hacer en casa, me dispuse a preparar el plato con el que impresionaría a Christian. Le había invitado a cenar, aunque no sabía si considerarlo “una cita”. Lo cierto es que no me importaban las etiquetas, aunque esto algo de romántico tenía. ¿Él también lo estaría pensando? Bueno, eso no tenía sentido, tan sólo éramos amigos… ¿o no? El invierno se acercaba y la navidad también, aunque todavía no sabía con quién iba a pasarla. Supongo que seríamos Fibi y yo. Tampoco necesitábamos a nadie más. Llamé a Christian para avisarle de que ya podía venir a mi casa. —¡¿En serio no has quemado la cocina?! Era un completo idiota. —Miedo me da lo que será eso… madre mía, ¿a qué huele? —se burló de mí. —Vete a la mierda, si no quieres comértelo te quedarás sin cenar —dije muy seria. —En serio, no soy muy fan de la sopa de rata. —Christian, cállate. Dimos los primeros bocados a la comida, y debo decir que el sabor me sorprendió gratamente. Lo cierto es que pensaba que sería un completo fracaso, y encima los insultos de Christian no ayudaban a que confiaran en mis habilidades culinarias. —¿Qué te parece? —inquirí. —¿Eh? —dijo con la boca medio llena, concentrado en la comida. —¿Que qué te parece? —He probado cadáveres con más sustancia que esto. —Eres idiota. Aunque se empeñara en meterse con mi plato sabía que le estaba gustando, ya que casi no me dirigía la palabra de lo concentrado que estaba en comérselo. Pero así es Christian, le gusta hacerse el gracioso. —Ahora fuera de bromas, ponle una nota del uno al diez. —Mmm —Se hizo el interesante — un seis. —¿Un seis? —quedé boquiabierta. Ahora sí estaba hablando en serio. —No está mal. —Te recomiendo que recuerdes esta cena el resto de tu vida. —¿Por qué? —Porque será la última que cocine para ti —sentencié. —No estarás enfadada, ¿verdad? —pregunto divertido. Sé que estaba disfrutando con esta situación. Después de largos segundos de silencio, dijo: —¿¡En serio!? —explotó en carcajadas —Amelia, ¿de verdad te has enfadado? —Ha sido una evaluación injusta. —Ha sido una evaluación sincera. —Pues vaya mierda. —A ver, yo no quería decirlo así pero tu comida es una mierda… —¡¡OYE!! En aquella velada sólo se escucharon nuestras carcajadas. Fue muy divertido. Además, Fibi creció y dejo de ser una cachorrita para convertirse en una gata adulta. —¡¡¡Felicidades, Fibi!!! Después de recoger los platos, nos fuimos fuera a ver las estrellas. Me sentía un tanto rara haciendo esto con él. Al fin y al cabo, todo este tiempo Christian me había tratado como una amiga, y todo esto era demasiado romántico. No entendía cómo debía sentirme ante tal situación. Quizá eran sólo imaginaciones mías. Aunque ya había dejado de mentirme desde hace tiempo, sabía que él me gustaba. Para mí no era sólo un amigo. —Me encanta este cielo —dijo. —¿A qué te refieres? —En la ciudad no se ven tantas estrellas, a penas hay. —Supongo que tenemos suerte de vivir en este pueblo. —Yo me enamoré de él en cuanto lo vi —concluyó. No entendía por qué estaba diciendo esas cosas, al fin y al cabo, nos habíamos conocido hace poco. Supongo que a Christian no le costaba hablar de sus pensamientos. Al contrario que a mí. Entonces sentí que se levantaba. —Se ha hecho tarde, debo irme —dijo, como si tuviera prisa. —Va-vale, no me había dado cuenta de la hora que era..yo…lo si- —No hace falta que te disculpes. Entonces me envolvió entre sus brazos. —Ya nos veremos, Amelia —me dijo en el oído, sin soltarme todavía. Este abrazo se estaba prolongando más de lo común. No… esto no era un abrazo de amigos. O quizá sí lo era y me estaba confundiendo… no lo sé. ¿Y si él también lo siente? Siente esa cosa rara que me está volviendo loca. No, ni soñarlo, Christian es demasiado para mí, jamás se fijaría en una chica tan tonta como yo. ¿O sí? Nos separamos de aquel intenso abrazo y nos quedamos mirándonos fijamente a los ojos. “¿Qué está pasando aquí?”, me dije, con cierta ironía. Las temperaturas comenzaron a bajar bruscamente. El invierno había llegado. Pero ya no era un invierno frío y solitario. Ya no lo sería nunca más. Entonces me abalancé sin pensar mucho en lo que pasaría después. Aquel beso me quitó el frío invernal de encima. El mundo había cambiado. Ahora me sentía diferente. Todo aquello era mágico. —Pero- —¡Lo siento! —la vergüenza cayó sobre mí como un cubo de agua fría, ¿qué acababa de hacer? Cerré los ojos para no verle rechazarme. Entonces escuche una fuerte risa. “Pero, ¿¡qué!?” —¿De qué te ríes? — dije molesta. —De ti. —¿De qué? —De que eres preciosa. —Cogió mis manos. —Yo… —Tranquila, no pasa nada —Me dio una sonrisa reconfortante. —¿No te ha molestado? —dije con la boca pequeña, como si fuera tan sólo una niña. —Claro que no. Sonreí. —Pero tú a mí me… —comencé a decir. Pero antes de acabar, me acalló con un beso, en mitad de aquella noche fría de invierno. Por desgracia, era muy tarde y me moría de sueño, y para colmo, al día siguiente trabajaba, por lo que me tuve que ir a acostar. Aún así, Christian se quedó un rato más y estuvo haciéndole compañía a Fibi. Al día siguiente, volví del trabajo hecha polvo. Las emociones de anoche y el trasnochar me dejo molida, estaba muy estresada tras la tortuosa jornada laboral. Además, hacía un frío que pelaba. Cada vez mi casa iba haciéndose más grande, y eso me hacía sentir muy orgullosa. Y pensar en cómo estaba al principio… Era increíble. Reuní el dinero suficiente para comprar una cama de matrimonio y Fibi lo aprovechó para acostarse conmigo a dormir por las noches. Después de lo ocurrido aquella noche, Christian y yo seguimos quedando, y prosperando en nuestra especie de…¿relación? No sé, aún no habíamos hablado de ese tema. ¿Qué éramos? Fuimos a tomar algo a una bonita cafetería céntrica de Windenburg. Y le di un regalo pre-navidad. Algo romántico. Poca cosa. A él parece que le hizo mucha ilusión, aunque sólo se trataran de unos auriculares gratis que yo no quería. (Se lo merece por idiota). Estuvimos comiendo y hablando, aunque a penas nos escuchábamos, ya que, la cafetería estaba a rebosar de gente porque había una celebridad tomándose algo allí. Fue un mal momento para ir, diría yo. —Oye —llamé su atención —¿con quién piensas pasar estas navidades, Christian? Él se quedó pensativo. —No sé…no suelo celebrar esas cosas, no me hacen especial ilusión. Normalmente la paso solo, no creo que fuera a cambiar este año. “O sí”. —Yo también voy a estar sola… Soltó una carcajada. —¡Oye! ¿Por qué te ríes de mí ahora? —Estás haciendo lo mismo de siempre —Negó con la cabeza mientras sonreía. —¿El qué? —Decir las cosas sin decirlas. —Ahora me miró más serio —, sé que estás diciendo eso para que yo te invite a pasarlas conmigo, y me hace mucha gracia que no te atrevas de decírmelo y tengas que lanzarme indirectas como una adolescente. Me quedé roja como un tomate. Vaya, es demasiado directo. Al contrario que yo, claro. No contesté nada a eso, y dejé la comida en mi plato. Se me había quitado el hambre. No esperaba que me dijera eso, después de todo no es como el resto de las personas, supongo. Salimos fuera para huir del alboroto de la cafetería y nos dirigimos hacia una preciosa fuente. Se me ocurrió que podíamos hacer unos muñecos de nieve juntos, así que nos pusimos manos a la obra. Yo terminé primero, me enorgullecía de mi gran muñeco de nieve, molaba bastante. “A ver si puedes superar esto, Christian”, pensé. Bueno, vale, lo superó con creces, su muñeco estaba bastante más guay que él mío. —¡Qué feo es, mátalo antes de que se reproduzca! —grité. —Ja-ja Entonces, llegó el momento. No podía aguantarme más, tenía que decírselo. No habíamos hablado de ese tema hasta ahora. Pero quería ser su novia, su novia de verdad. No me valía con esta relación a medias. —Oye, Christian… —Dime. —Me gustaría decirte una cosa… —le dije mirando hacia el suelo. —A ver, dime. —Puso un dedo en mi barbilla y me levanto la cara —Eh, eh mírame. —Me gustaría saber qué somos, y si no lo sabes, te diré lo que quiero que seamos —disparé. Él alzó una ceja y sonrió con expectación en la mirada. —Adelante. —Quiero…—titubee —que estemos juntos…no como ahora, sino como… pareja. Aún después de decir eso me seguía mirando con una sonrisa divertida en la cara, estaba disfrutando con esto. Nos quedamos en silencio, pero de repente contestó: —Vale. —¿Vale? —se me escapó en voz alta. —Sí, vale. Podía ver la emoción en su rostro. Al día siguiente, compré un árbol de navidad y unos adornos. Cuando volví del trabajo, me dediqué a decorarlo todo. Fue atareado pero divertido. El resultado final me agradaba bastante. Más tarde, vino Christian a casa. Y estaba, ¿cómo decirlo? Bastante cariñoso. Supongo que mi declaración de ayer tuvo algo que ver… Según transcurría la tarde, se fue poniendo más y más cariñoso… hasta que acabamos bajo las sábanas de mi cama. Fue una primera vez que siempre recordaré. Yo estaba muy cansada por el trabajo, así que me quedé cao después de terminar aquello. Así que Christian tuvo que marcharse. Pero mañana vendría por navidad, porque sí, vamos a pasar la navidad juntos…¿creo? Esperemos que Christian no decepcione a Amelia, me cabrearía hasta yo… Bueno, espero que hayáis disfrutado con este capítulo ultra-cursi. Me encanta que ya estén juntos, lo estaba deseando… Por ciertooo, le cambié un poco el look a Amelia, espero que sea de vuestro agrado Así que nada, bonitos, nos vemos en la próximaa!!! Share this post Link to post Compartir en otros sitios
Publicado 11 oct 2020 Capítulo 4: Especial navidad. Amelia La navidad no tardó en llegar a Winderburg. Al pueblo lo cubría un gran manto de nieve, los pequeños ya esperaban ansiosos sus regalos y los emocionaba la inminente llegada de Papá invierno. Yo, por primera vez en toda mi vida, tenía planes para estas fiestas. Christian y yo pasaríamos la navidad en mi casa. Yo prepararía un gran banquete y abriríamos los regalos bajo el árbol. Sería perfecto. Lo primero que hice al despertar, fue ir a comprobar al buzón si alguien me había mandado un regalo. Por desgracia, no fue así. No me sorprendía, pero aún así aguardaba la esperanza de que alguien se acordara de mí. Tras eso, fui a la cocina a preparar el gran banquete. Me decanté por una cena de jamón, porque conocía que a Christian (mi amado novio) no le gustaba el pescado. Esperaba que le gustara, porque si no, todas estas horas de trabajo resultarían en vano. Era consciente de que la cocina no era lo mío, pero aún así le puse todo el cariño del mundo. Pero aunque nos esforcemos mucho… a veces, las cosas no salen como queremos. Por suerte, la comida no sufrió daños. Aunque su aspecto no era muy agradable, también había que decirlo. La verdad es que no esperaba gran cosa de este plato, no tenía pinta de estar muy bueno. Posteriormente, fui a arreglarme y a colocar los regalos bajo el árbol. Ya todo estaba en orden. Y entre todo eso, me puse a cantar. No muy bien, la verdad. Christian no tardó en llegar. —Feliz navidad, mi vida —le saludé, plantando un beso en su mejilla. —¿Qué es ese olor a quemado? No me digas que esta vez has quemado la cocina de verdad —río. —Siéntate y come si no quieres poner en riesgo tu vida —le dije en tono amenazante. A pesar de que Christian fuera un idiota nos queríamos mucho, estaba completamente segura de que era el amor de mi vida. Estaba muy feliz de que pasáramos esta navidad juntos. —A comeeer. —¿Te has comprado una campanita sólo para hacer eso, verdad? —Efectivamente. Desgraciadamente, la cena no salió como esperaba. —Bufff, ¿qué es esto? —preguntó con una mueca de desagrado. —Jamón. —Tiene una pinta asquerosa, no voy cenar, lo siento. —Tú te lo pierdes —respondí molesta. No me imaginé que rechazaría así mi comida. Pero bueno, eso no truncó el resto de la noche. A pesar de hacerme la dura, me puso bastante triste que Christian no se dignará ni a probar un bocado de mi plato. Aunque lo disimulé bastante bien. Llegó la esperada hora de los regalos. A Christian le tocó primero abrir el suyo. —Oh, ¡muchas gracias! —exclamó emocionado —es muy bonito, mi amor. —De nada, tonto, como no es jamón, supongo que te gustará… —le recordé, dolida. —Eres tonta, jajaja Entonces, me tocó abrir el mío. —Oh… qué original…unas braguitas… —Jeje —oí a Christian de lejos. Era un pervertido. Entonces, llegó el momento romántico; el beso bajo el muérdago. Tras eso, nos pusimos a cantar juntos frente al árbol. Nuestras voces juntas sonaban bien. Estábamos hechos todo unos profesionales. Aunque Christian cantaba muy bien, tenía una voz bonita. Se notaba que le gustaba mucho. Entre todo eso, recibimos una visita inesperada. Papá invierno se presentó mientras cantábamos villancicos en la sala. Fue increíble. Jamás lo había visto en persona, corrí a presentarme rápidamente. Parecía una fan enloquecida. —Papá invierno… —susurré. —Dime, querida. —¿Usted podría hacerme un pequeño favor? —pedí, un tanto avergonzada. —Sí, dígame, chica. —¿Podría darme…un regalo? —¿Tu novio no te ha hecho uno? —preguntó, extrañado. —Sí…pero…es un pervertido. Los ojos de papá invierno se abrieron como platos: —¿¡Qué!? —Yo, que soy una chica tan inocente… no puedo tolerar esto —exageré. —Tome, querida, tome —me tendió un regalo sin dudarlo. —¿Qué le has dicho a papá invierno? Se ha ido muy asustado. —Oh, nada —mentí —tan sólo hablamos de sus partidas a la brisca. —Ajá… Cerramos la noche a nuestra manera… ya sabéis. A pesar de que Christian no quiso probar ni un solo bocado, Fibi le dio una oportunidad a mi plato, ella me quiere de verdad. Desgraciadamente, la comida estaba en mal estado. Al día siguiente, colgué uno de los regalos que me dio Christian (porque sí, no sólo me regalo aquellas espantosas braguitas). Al coger a Fibi, noté lo mucho que había crecido… y engordado. Al volver del trabajo, coloqué nuevos adornos, ya que, se acercaba fin de año. Quedaron muy bonitos en el exterior de mi casa. Christian vino a pasar un rato conmigo, como todos los días. Ya se había convertido en rutina. Fibi era tan vaga que era capaz de quedarse dormida delante de la puerta de casa. ¡Y por fin llegó el día de año nuevo! Compré una tele bastante barata para ver la programación de año nuevo y las campanadas, no podía perdérmelo. Esta vez, opté por preparar otro plato; pavo. Aunque por el olor, notaba que en esta ocasión iba a conquistar el paladar de Christian. Ya estaba todo preparado, esta sería una gran noche sin lugar a dudas. Empezaría el año junto a Christian. —Espero que esta comida te guste, amor mío. —Seguro que sí, huele que alimenta. “¡Bien!”, celebré en mi interior. Esta vez, cenamos juntos. —Está delicioso, ¿cómo lo has hecho? —Un buen mago no revela sus trucos. Después de cenar, pusimos las campanadas en la televisión y escuchamos la cuenta atrás juntos. Fue muy romántico… Y llegó el brindis… —Brindo por… —Como te emborraches no pienso cuidar de ti —me advirtió muy serio. —Cállateee. —Brindo por el amor, por nosotros, porque empezamos este año juntos y porque empecemos muchos más. Christian se quedó mudó. Supongo que le llegaron mis palabras. Pero lo cierto es, que me salieron desde dentro del corazón. Después del brindis, fuimos a una discoteca a terminar de celebrar la noche. A Christian no le gustaban nada las discotecas, ya me lo había dicho, pero la ocasión merecía salir un poco de casa, ya que, nos habíamos pasado toda la festividad encerrados. Después de dar todo en la pista de baile, fui a por unas bebidas, aunque Christian me había dicho que no le apetecía mucho. Pedí sólo para mí, ya que, no quería poner en un compromiso a Chris. Mientras que Christian estaba en el baño me ventilé media copa. Estaba siendo un poco descuidada esa noche. —Oye, no bebas tan rápido, Amelia —me dijo, algo preocupado — no deberías abusar del alcohol, te va a hacer daño. —Anda, no seas exagerado, es una noche especial. Supongo que sí que abusé, ya que, del resto de la noche, no me acuerdo. Creo recordar que Christian se hartó de mi borrachera y se marchó, dejándome como una cuba en mitad de la pista, pero supongo que me lo merecía, ya me lo advirtió. A la mañana siguiente, me levanté con algo de resaca, pero nada importante. Salí fuera a recoger la nieve que sobresalía. Estaba un poco aburrida, así que no tenía nada que perder. Más tarde, invité a Christian a hacer una fogata al lado de casa. Tenía algo importante que proponerle, lo había estado pensando, y quería decírselo cuanto antes. Nos acurrucamos frente a la hoguera, y observamos como el fuego se avivaba entre los tablones de madera. Me encantaba estar así con él. Me quedaría así para siempre si pudiera. El paisaje era increíble. La primavera por fin había llegado a nuestras vidas. Pero llegó el momento de hablar… esto era serio de verdad. —Tengo que decirte una cosa importante —me animé a decir. —¿El qué? —dijo, algo asustado. —Creo que llevamos mucho tiempo juntos…y… bueno, esto es serio de verdad. —Sí, claro que esto es serio. —No sé si esto te parecerá una locura, ya sé que llevamos poco tiempo saliendo, pero siento que debemos dar el paso. —¿Qué paso? —Creo que deberíamos vivir juntos. —¿Juntos? —Sí, juntos, ¿te supone algún problema? —inquirí, un tanto molesta, ¿estaba declinando mi oferta? —¿Dónde? —En mi casa. —¿Y la mía? —Si nuestro hogar está en alguna parte, es aquí —comencé diciendo — Christian, pasas gran parte de tu tiempo en mi casa, vienes casi todos los días, conoces a Fibi, me conoces a mí. Sé que estamos más que preparados para esto. Quiero formar una vida contigo, y si es posible, algún día, me gustaría formar una familia. —¿¡Qu-¡? —¿Qué he dicho? —enarqué una ceja, extrañada. Él rió. —Está bien, pequeña. Me iré contigo, me has convencido. Es cierto, paso más tiempo en tu casa que en la mía, es una tontería que sigamos así. Prometo formar una vida contigo, pero… ¿una familia? Eso ya lo veremos. —Sonrió — Me has sorprendido, Amelia. Esa es la chica que quiero, la que dice lo que piensa sin tapujos. La que se tira a la piscina conmigo sin miedo a mojarse. Él era increíble. Cada día estaba más enamorada de él. Era el hombre con el que quería compartir mi vida, él lo era todo para mí. A partir de ahora, viviríamos juntos. Ahora seríamos Christian, Fibi y yo. Una familia feliz. Sólo nosotros. Era perfecto. Bueno, bonitos, espero que os haya gustado el final de este capítulo. ¿Qué futuro les deparará a Amelia y a Christian viviendo juntos? ¿Se acabarán matando el uno al otro bajo el mismo techo? Yo tampoco lo sé. Ya veremos que va pasando. Por cierto, se me olvidó mencionar en este capítulo, que a Amelia le llegó una oferta de trabajo para escribir un artículo a nivel internacional sobre la Frikicon, aunque no tuvo muy buenas críticas…pero se hizo famosa, y ahora es medio reconocida. También volvió a ascender en el trabajo, a Colaboradora habitual. Bueno, espero que os haya gustado el capítulo, bonitos. Nos vemos en el siguienteee!!! Share this post Link to post Compartir en otros sitios
Publicado 13 oct 2020 (editado) Capítulo 5: Convivencia. Amelia Christian y yo nos adaptamos rápidamente a vivir juntos. Yo continuaba centrada en escribir mis libros, y él compró una guitarra. Nos pasábamos el día mejorando en nuestros campos. Debíamos darnos prisa en cumplir nuestros sueños ante de hacernos mayores. Christian, además, se pasaba el día cantando, con tal de mejorar y poder convertirse algún día en cantante. En cambio, yo comencé a hacer ejercicio de manera diaria, ya que, el otro día, al subirme en la báscula, me llevé una desagradable sorpresa. Quería volver a estar en forma, como cuando me mudé, y para ello, debía esforzarme. La rutina se acabó implantado en nuestras vidas, yo iba por las mañanas al trabajo, y Christian se encargaba de mantener la casa en orden, además de practicar sus distintas habilidades. Cuando se mudó, le propuse buscar algún tipo de trabajo, pero no le convencía ninguno. Me dijo que se había apuntado al Ministerio de trabajo como “Youtuber”, aunque aún no teníamos dinero para comprarle lo necesario para grabar, así que no pudo empezar. Sabía que si le obligaba a meterse en cualquier curro sería infeliz, él tan sólo quería dedicarse a su música y sus libros. Jamás le llenaría ninguna profesión. Así que bueno, se lo permití. Mi sueldo era aceptable, aunque vivíamos un poco justos. Lo malo, es que por las tardes volvía muy estresada del trabajo, así que a penas pasábamos tiempo juntos, normalmente al llegar casa, yo solía ponerme frente a la tele a ver películas para relajarme. Aunque por las noches, teníamos nuestros reencuentros después de un largo día… Como iba diciendo, el trabajo me estaba destrozando. Empecé a dormir siestas, cosa que no había hecho en toda mi vida. Y por las mañanas, me levantaba destrozada y un tanto asqueada. —Hoy también estamos de humor ¿eh? —bromeó — como siempre... —Por favor, cierra la boca. Al menos teníamos una buena noticia, Fibi por fin comenzó a usar el rascador. Aunque después de haber destrozado mi sillón… Con el tiempo, Christian comenzó a escribir sus propias historias también. Estaba muy orgullosa de que se hubiera animado. Sabía que iba a triunfar, tenía mucho talento. Además, mejoró muy rápido en la música. Ya era capaz de cantar y tocar a la vez. Mi chico se estaba esforzando de verdad. Después de sufrir un tiempo mis desastres culinarios, decidimos que lo mejor sería exiliarme de la cocina. Queríamos lo mejor para esta familia. Tras un largo tiempo de convivencia, Christian se enteró de que tenía un día libre, así que me mandó a ponerme guapa y me sacó de casa casi arrastras. Decía que tenía una sorpresa para mí, aunque yo no tenía ni idea de qué se trataba. Siendo cosa de Christian, podría ser cualquier cosa. Cuando llegamos, me di cuenta de que estábamos en los acantilados de Windenburg. Era un día lluvioso, así que no entendía por qué tanta prisa por venir aquí. No era muy apropiado, la verdad. Pero intenté no comerme mucho la cabeza. —Sigue recto, muy bien, bien —me indicó desde atrás. Cuando llegamos, se paró en seco. —Aquí es, preciosa. —¿Por qué estamos aquí, Christian? —inquirí, bastante ansiosa. —En pocos minutos lo sabrás, guapísima, no seas impaciente —me tranquilizó. —Está bien… —respondí extrañada. —Qué guapa te has puesto… —Eh, sí… tú me dijiste que lo hiciera... —No entendía de qué iba esto. —Bueno, mejor dicho, tú siempre estás guapa —dijo, mientras sacaba algo escondido detrás de su espalda. “¡Una rosa!” —Madre mía, cariño, no hacía falta…—exclamé muy emocionada. —Claro que hacía falta —respondió muy convencido. >>Aunque supongo que el amor no se demuestra sólo regalando cosas bonitas, sino con acciones… —dijo mientras clavaba una rodilla en el suelo. >>Amelia, llevamos un tiempo viviendo juntos. Un tiempo siendo felices. Sé que el camino no ha sido fácil… sé que has tenido que hacerlo todo tú sola, has cargado con la economía de esta familia, y no es un peso fácil de llevar a cuestas. Todo, para que yo pudiera desarrollarme como músico y cumplir mi sueño. Eso es lo que yo llamo amor. “¿Qué?” Entonces, sacó una pequeña joya brillante del bolsillo. >>Es por eso, que quiero hacerte esta pequeña petición; Amelia Ambrosio, tendrías la amabilidad… Ambos reímos. >>Lo que iba diciendo, tendrías la amabilidad… tendrías el placer de tomarme como tu esposo y vivir junto a mí hasta el resto de tus días. Notaba como estaba esforzándome por contener las lágrimas. >>Eres la mujer de mi vida, necesito que seas tú. Cásate conmigo, Amelia. —Mmm, dejáme ver —bromeé para no romper en lágrimas allí mismo — sí, no parece una baratija. Él rió, aunque lo notaba impaciente por mi respuesta. —Claro que sí quiero, tonto —respondí, y le besé. Después de aquel beso, me encontraba tan emocionada, que me lancé a sus brazos sin pensar. En aquel momento era la mujer más feliz del mundo, el hombre al que amaba me había pedido matrimonio. Seríamos marido y mujer. Seríamos un equipo. El mejor equipo del mundo. No cambiaría este momento por nada del mundo. Era perfecto. Me bajé de sus brazos y le miré de manera desafiante. Christian levantó ambas cejas, y yo reí mientras me dirigía al agua. Me quite la camiseta bajo su atenta mirada. —¿Qué estás haciendo? —me preguntó mientras reía. Después me bajé la falda hasta los tobillos. —En serio, vas a…—se puso más serio, mirándome con cara de asombro. Me deshice del resto de ropa y tiré mis zapatos al aire. En cuanto quedé desnuda por completo, me tiré al agua. A Christian le llegaba la mandíbula hasta el suelo. —Amelia hace frío. —Sólo se vive una vez, cobardica —le grité desde el agua y le salpiqué hacia donde estaba. —Ahora verás… —Comenzó a desvestirse. Y esa es la historia de cómo acabamos desnudos en las aguas del acantilado. Aunque no fueron todo bromas, también tuvimos nuestro momento romántico… —Dicen que después del matrimonio vienen los hijos… —No pienso tener hijos —dijo muy firme. —Ya veremos —le amenacé. —Pienso estar pendiente a tus tácticas… —dijo, mientras me miraba con los ojos entrecerrados. —¿Qué tácticas? —reí. Estuvimos un rato chapoteando en el agua, hasta que comprendí que las temperaturas primaverales no eran suficiente para tomar un baño. Salí pitando del agua antes de pillar un constipado, no podía permitirme faltar al trabajo. Cuando salimos, Christian, en vez de vestirse, se puso a tocar la guitarra desnudo. Se notaba que le gustaba, se la llevaba a todas partes, era impresionante. Después de eso, le obligué a vestirse, y nos fuimos. También le gustaba tocarla delante de Fibi, ella disfrutaba mirándole durante horas. Y después de un largo tiempo de trabajo, Christian terminó de escribir su primer libro. No paré de repetirle lo orgullosa que estaba de él. Rápidamente, lo autopublicó. Esperaba que su obra tuviera buena acogida, aunque los comienzos no son nada fáciles, lo sé por experiencia propia. Holaaa bonitoooos!! Espero que este capítulo os haya gustado, aunque es un poco más corto que los demás (sorry). Aunque puedo decir que lo compensaré con el siguiente, se vienen cosas muy emocionantes… Gracias por estar ahí. Hasta la próxima! Editado 13 oct 2020 por ambrosiojdr Share this post Link to post Compartir en otros sitios
Publicado 14 oct 2020 Capítulo 6: Boda y luna de miel. Amelia Después de un duro mes de planificación, llegó el ansiado día de nuestra boda. Decidimos que sería una ceremonia íntima en lugar apartado de la civilización, por lo que nos movimos hasta un encantador rincón de Glimmerbrook. Ambos estábamos muy emocionados, no creíamos que hubiera llegado por fin el día. El día en que nos convertiríamos en marido y mujer. Aquel día el sol estaba especialmente brillante. Estaba algo nerviosa, pero el momento de dar el gran paso había llegado. —¿Crees que este sería un buen momento para arrepentirse y salir corriendo? —susurró Christian en mi oído. —Me dejarías en rídiculo… —Es cierto, ha venido mucha gente —respondió con clara ironía. —Con que chica más guapa me voy a casar ¿no? —Para de decir tonterías, todavía puedo salir corriendo de aquí. —Jajaja, no te atreverías… Y era cierto, no me atrevería jamás. Christian suspiró. —Supongo que hay que empezar —dijo, mientras guardaba un pequeño papel en el bolsillo —hacía tiempo que no empollaba tanto. —Eres idiota, le quitas todo el romanticismo. —Está bien, está bien… —dio una bocanada de aire, y me miró directamente a los ojos — Amelia Ambrosio, desde que te conozco eres una idiota… Fui a abrir la boca, pero me detuvo con un dedo. >>Como iba diciendo, eres una idiota. Te perdiste por un pueblo como Winderburg después de beber en un pub de mala muerte y acabaste llamando a la puerta de un desconocido ¿y si se hubiera tratado de un psicópata? Para tu mala suerte, se trataba sólo de mí. Yo reí. >>Recuerdo que estabas roja y apestabas a alcohol. Estabas tan adorable... daban ganas de darte un abrazo. Así que decidí acogerte esa noche, me dejaste tan intranquilo que acabé durmiendo en mi sofá teniendo una habitación propia… en fin, fue toda una locura. Pero gracias a aquella locura, hoy estoy frente a ti. Te amo y quiero compartir mi vida contigo… pero por favor, no te vuelvas a emborrachar —Lo juro —sonreí. Una vez finalizado los votos, saqué uno de los anillos de su bolsillo, y me dispuse a ponérselo. —Christian Ambrosio, ¿tomas como esposa a Amelia Ambrosio, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad ,en la salud y en la enfermedad,y, así, amarla y respetarla todos los días de tu vida? —Por favor, Amelia, ¿qué estás en el siglo XV? —Encima que me lo he aprendido, idiota —refunfuñé. Conseguí finalmente colocar el anillo en su dedo, y él repitió el mismo proceso conmigo. Y supongo que llegó el esperado, “ya puedes besar a la novia”. Aunque bueno, en este caso, yo besé al novio. Y así es como tuvimos nuestro final feliz, después de tanto esfuerzo y sacrificio. Salió triunfando el amor, como debía ser. Estábamos hechos el uno para el otro. No era capaz de imaginar una vida en la que no estuviera Christian. Era imposible para mí. Él se había convertido en una pieza fundamental en mi vida. Ahora, si todo salía bien, envejeceríamos juntos. Seríamos uno para el resto de la vida. Era todo un sueño hecho realidad. Después de tanta ñoñería llegó mi momento. Él momento de demostrarle a Christian mis habilidades cocteleras. Aunque lo único que conseguí es cargarme la botella. —¡Cariño, creo que se ha quedado atrancada! —Mira que eres tonta, atenta al maestro. —Sí, sí, demuestra de lo que eres capaz, genio. Tras bebernos unas copas, decidí darle la gran sorpresa que tenía guardada. —Cariño, este es un pequeño regalo de bodas… —¿Qué será? ¿No es una bomba, verdad? —No, tonto, ábrelo, es muy importante para mí. Cogió la caja entre sus manos y rompió el papel que lo envolvía, rápidamente descubrió su interior y exclamó: —¿¡Un libro!? —Lee bien, ¿quién es la autora? —Amel…¡eres tú! —Me miró con los ojos muy abiertos — ¿por qué me has regalado un libro tuyo? —Es mi manera de dedicártelo. Es un libro de poesía… yo… he escrito sobre nosotros —mascullé, un poco avergonzada. Podía ver la emoción en sus ojos, sabía que le había hecho ilusión. —Yo… pienso echarle un vistazo ya… ahora mismo pienso leerlo en el viaje. —¡Estás loco! —Está decidido. Y así hizo. Estuvo durante todo el viaje hasta que llegamos a nuestro destino leyendo mi libro. Se lo tomó muy en serio, pero me gustaba. Cuando llegamos a Selvadorada ya era de noche. Alquilamos un par de días aquella encantadora casita. Lo cierto es que gasté parte de mis ahorros en esto, pero merecía la pena, quería que recordáramos esta luna de miel para siempre. Y llegó la esperada noche de bodas… Había sido un día lleno de emociones. Pero ya sólo se respiraba intimidad en aquel pequeño cuarto. Sólo él y yo. En cuerpo y alma. Más tarde, fui a la cocina para picar algo mientras Christian dormía, supongo que aquella noche me costaría conciliar el sueño. Pero no importaba, aquel día me había convertido en la mujer más feliz del mundo. Cuando desperté, a la mañana siguiente, llovía a mares. Al salir de la cama me sentí algo mareada, así que me metí en la bañera y me di un relajante baño de barro. Una hora más tarde, bajé en busca de Christian. Teníamos que hablar acerca de los planes para aquel día. Preparé el desayuno mientras charlábamos: —Supongo que hoy haremos el tour aunque esté lloviendo, ¿verdad? —pregunté. —Claro, no hay problema, ¡así será más emocionante! —Christian, ya sabes que no me puedo poner enferma por el trabajo… —Tendremos cuidado, bonita, no te preocupes. Sin embargo, cuando Christian terminó de decir aquella frase, mis tripas se revolvieron. Salí corriendo de la cocina inmediatamente y dejé mi intento de desayuno quemándose allí. Cuando entré en el baño, vacié todo mi estómago en el retrete. ¿Me había puesto enferma, quizá? ¿Pero cómo? O…estaba…no, imposible. Era completamente imposible que eso me hubiera pasado a mí. La puerta se abrió y Christian entró con cara de preocupación. —Cariño, ¿estás bien? ¿qué ha pasado? —Só-solo he vomitado un poco, nada importante, me habrá sentado mal la comida… —mentí. —Está bien…si quieres podemos quedarnos aquí si te sientes mal…—propuso. —No, no, en absoluto —negué — yo…voy a salir un rato a tomar el aire… —¿Quieres que te acompañe? —No, no, quiero ir yo sola. —¿Seguro? —Sí, Christian, no me va a pasar nada. Cuando salí del baño a toda prisa, Christian me miraba con ambas cejas juntas. Salí pitando hasta la farmacia más cercana en busca de un test de embarazo, tenía que resolver esto antes de que me comiera la cabeza… Tras hacerme la prueba, volví al alojamiento, y ambos nos preparamos para salir a hacer el tour. Cuando llegamos, seguía lloviendo. Estuve durante todo el recorrido con sólo una idea en mi cabeza; Christian no quería tener hijos. Me lo había dejado claro en varias ocasiones. Entonces, ¿qué pasaría si yo estuviera embarazada? ¿Me dejaría y huiría lejos de mí? Sólo habíamos hablado por encima del tema, y la respuesta era clara. Tenía miedo. Aún no me atrevía a decir el resultado de la prueba de embarazo en voz alta. Ni si quiera para mí misma. Deseché aquellas ideas de mi cabeza, quería disfrutar de la excursión. Quería recordar al menos mi luna de miel con cariño. Tras un largo rato de intentar romper las enredaderas, nos dimos por vencidos. Pero un turista nos paró y nos indicó la mejor manera de conseguir abrirnos el paso. Le dimos las gracias, y Christian finalmente destrozó el obstáculo que nos impedía seguir el camino. Christian dijo que entraría él sólo primero para asegurarse de que no había ningún peligro. Aunque sí que lo había, unos dardos venenosos se clavaron en su piel y volvió lleno de picaduras por todo el cuerpo. El paisaje era increíble, casi me hizo olvidar el lío en el que me había metido… Divisamos unas ruinas a lo lejos y corrimos hacia ellas, era lo que parecía el camino correcto, según aquel hombre que nos indicó cómo llegar. Christian corría detrás de mí bajo aquella lluvia torrencial. Me recordó al día en que me pidió matrimonio. También llovía de esta manera… ¿Y si él jamás lograba aceptar lo que había pasado? ¿Cómo pensaba contárselo? Cuando llegamos a las ruinas, había otro camino que abrir. Mientras Christian se encargaba de ello, sentí como algo me subía por la espalda. Entonces miré mi hombro, y vi una enorme araña posada en él. Comencé a gritar como una loca mientras Christian me miraba con incredulidad. Me puse a correr en círculos para intentar espantarla, pero no funcionó. ¿A quién se le ocurriría venir a la selva de luna de miel? Ah, es verdad, a mí… Después de aquel enorme susto, estaba agotada. Me tumbé en el suelo mientras Christian se encargaba del trabajo duro. —¿Qué cómoda te has puesto, no? —dijo algo molesto. Yo reí. Supongo que el karma existe, porque más tarde me atacó un enjambre de avispas. Me lo tenía merecido por vaga. —¡Christian, ayúdame! Aunque habíamos conseguido llegar al otro lado, todavía nos quedaba camino, se había hecho muy tarde y estábamos horriblemente mal. Yo tenía nauseas por… por nada. Y Christian tenía picaduras por todo el cuerpo, debíamos volver al alojamiento cuanto antes. Salimos corriendo de vuelta antes que la noche se cerrara del todo. Por el camino, yo comencé a sentir grandes sentimientos de culpa. Así que de repente, y sin explicación ninguna, paré en seco. —¿Qué pasa, Amelia? —me preguntó, con claro cansancio en su rostro. —Yo…esta mañana te mentí… —¿Qué? —Cuando salí a tomar el aire, yo estuve en realidad en la farmacia…yo… compré un test de embarazo… Él se había quedado mudo. Me miraba atentamente. —Y… cuando me hice la prueba… dio positivo…yo est- —¿Me mentiste? —dijo muy enfadado —¿cómo has podido? —Christian…yo… —Vamos a casa —sentenció firme. Se dio la vuelta y comenzó a caminar en dirección contraria sin dirigirme la palabra. Yo le seguí sin decir nada más. Cuando por fin llegamos al alojamiento, abrió la puerta y se metió dentro de la casa sin molestarse en mirarme. Aquello me destrozó. La había cagado…no debí ocultárselo. Él era mi marido… se suponía que teníamos que contarnos todo. Yo había roto la promesa nada más empezar. ¿Qué pensaría de mí ahora? ¿Iba a dejarme? El miedo y la tristeza me recorriendo durante toda la noche hasta la mañana siguiente. Me desperté mareada y dolorida. Cuando abrí los ojos, el ni siquiera estaba al otro lado de la cama. ¿Se habría marchado? Bajé corriendo las escaleras con el pijama aún puesto. Cuando lo vi de espaldas en la cocina, haciendo el desayuno, un alivio me recorrió todo el cuerpo, como un cubo frío de agua. —Cariño… —dejé escapar, aunque no sabía si debía llamarlo así. Él se giró lentamente y me miró con una ceja levantada, expectante a lo que iba a decir. —Siento habértelo ocultado, tú me dijiste…tú me dijiste que no querías saber nada de niños y yo… me asusté… pensé que me abandonarías… —¿Cómo te iba a abandonar, Amelia? —habló por primera vez — si el mismo día de nuestra boda prometí estar contigo para siempre. —Ya, pero yo… —¿Tú qué? —Tenía miedo… —Lo sé, preciosa —dijo, con una voz más suave, que me tranquilizó al instante — pero me pareció algo horrible lo que hiciste. —Lo siento, de verdad, yo quería decírtelo. —Ya, pero no lo hiciste… —suspiró— y no me enfadé porque estuvieras embarazada, sino porque me lo ocultaste. —De verdad, que yo lo siento… —No entiendo por qué estabas asustada, ¿qué hecho para qué pensaras que sería capaz de abandonarte? —Todos me han abandonado durante mi vida, entiéndeme. —No te entiendo, yo no soy como “todos”, soy tu marido… —Sí, cariño, pero… tú dijiste que no querías niños… y yo lo quería respetar. —¿Y qué? Ambos la cagamos, no nos protegimos aquella noche, también es culpa mía ¿no? —Sí, pero… —Y ya no pienso igual que antes… “¿Cómo?”. —Es cierto que me hubiera gustado planearlo, y que no fuera así, de repente…— comenzó a decir —pero ya me estaba empezando a sentir preparado para ser padre. —¿En serio? —dije boquiabierta— ¿y por qué no me dijiste nada? —Aún era demasiado pronto, quería estar seguro del todo. —Yo… no sé qué decir. —No hace falta que lo hagas, lo que ha pasado ya ha pasado. Vamos a ser padres. Pero no quiero vuelvas a mentirme nunca más. Y menos, cuando vamos a ser una familia. —Sí… —Anda, ven aquí. Entonces, me atrajo hacia sí, y me besó. Eso quería decir que…¿seríamos padres? ¿Christian y yo? No sé por qué, pero me empezó a gustar la idea. Debido a mi delicado estado, decidimos parar el viaje ahí y volver a casa. Aún nos quedaba un día más de alojamiento, pero yo me sentía muy mareada y con nauseas, así que no podríamos continuar el viaje. Fue un palo, porque gasté al menos 1 000 simoleones en todo aquello, pero lo primero era mi seguridad y la del bebé. “¿Qué sería? ¿Niña o niño? ¿A quién se parecería? ¿Sería yo buena madre? ”, son preguntas que comencé a hacerme de manera recurrente. Me moría de la curiosidad por saber más sobre la vida que se estaba creando en mi interior. Recogimos todo y cogimos el primer vuelo a casa. Cuando llegamos a nuestro humilde hogar, dejé de hacerme preguntas. No importaba como sería él o ella, ni como sería yo como madre. Lo que importaba era que Christian y yo permaneciéramos juntos, unidos. Y darle a aquella personita, la vida y el amor que se merecía. ¡Hola a todos! Por fin nuestra fundadora está embarazada. Estoy deseando ver como será nuestro heredero/a, ¡me muero de curiosidad! Espero que hayáis disfrutado de este capítulo, han pasado demasiadas cosas a la vez. Parece que las vidas de Amelia y Christian van a cambiar, espero que todo vaya sobre ruedas… Como siempre, nos vemos en la próxima, bonitos. Share this post Link to post Compartir en otros sitios
Publicado 15 oct 2020 Capítulo 7: Nueve meses. Amelia Habían pasado 90 días desde el maravilloso incidente durante nuestra luna de miel. Pese a los mareos y nauseas, fueron unos tres meses de embarazo bastante tranquilos. Lo cierto es que estaba muy emocionada por el hecho de que dentro de poco me convertiría en mamá. Mi barriga había crecido lo suficiente para no dejarme entrar en mi antigua ropa, así que tuve que adquirir nueva. Además, volví a retomar la escritura después de haberla dejado abandona durante un tiempo, aunque Christian no me quitaba el ojo de encima, así que era bastante difícil concentrarse. —Cariño, estoy embarazada, no llevo una bomba atómica encima —le dije, un poco harta de tenerlo encima todo el día. —Lo hago por tu bien, tonta. Con esfuerzo y dedicación, conseguir vender un nuevo libro a la editorial. Estaba feliz porque mi carrera de escritora avanzaba adecuadamente. Y además, por fin Fibi tendría un nuevo compañero de juegos. No tardé en contárselo: —Adivina quién va a tener un hermanito, ¡ereees tú! —Miau. Con todo el lío del viaje, el otro día mientras limpiaba la maleta de Christian, encontré un objeto extraño que se trajo de Selvadorada. Le pregunté qué era, y me dijo que no tenía ni idea, que se lo encontró durante el recorrido y se lo quedó porque le pareció bonito. Fuimos a una casa de empeños a preguntar sobre su valor, y nos informaron de que su precio rondaba los 8 000 simoleones. No dudamos ni un segundo en venderlo, y con esa grandiosa cantidad de dinero, construimos una segunda planta. Esto le daría a nuestro futuro hijo o hija un cuarto propio y espacioso. Estabámos muy felices por la inversión, y todo gracias a Christian. Con lo que sobró, construimos un estudio de grabación para Christian. Ahora podría ser youtuber y compartir su arte en internet, esto le emocionaba bastante, ya que, desde hace bastante tiempo lo estaba esperando. Yo estaba muy feliz por él, que estaba haciendo realidad uno de sus sueños. Al poco tiempo, comenzó a grabar sus propios vídeos y a compartirlos. Un día cualquiera, invitó a un amigo suyo a casa. Pero lo de youtube le ocupaba tanto tiempo que no pudo bajar a hablar con él. Este cogió un libro cualquiera de la estantería para entretenerse, y acabó con un ejemplar de los míos entre sus manos. —Muy buen libro, me gustaría conocer a la autora. —Pues resulta que soy yo, —reí. —Oh, ¿en serio? No sabía que escribías, no me lo había comentado Christian. —Sí, ambos, escribimos. Hay un libro de Christian por ahí en la estantería, puedes echarle un vistazo si quieres, él ahora mismo baja —le propuse. —De acuerdo —me contestó. —Por cierto, me contó el otro día que ibais a ser padres — comenzó a decir — enhorabuena, debe ser increíble. —Sí, la verdad es que es muy bonito. —¿Ya sabéis el género? —preguntó con interés. —No…la verdad es que preferimos que sea una sorpresa. —Oh entiendo, Christian me comentó que quería que fuese niña. —Sí —reí — lleva un tiempo diciéndomelo a mí, aunque quién sabe, puede que sea un niño. —En ese caso, lo tirará a los cocodrilos —rió. —Sí, eso mismo me dijo el otro día… Al final, Christian estuvo tan ocupado que no bajó ni siquiera a saludar, así que Ramón tuvo que marcharse a casa, aunque al menos yo le di conversación para que no se aburriera. *Adjunto foto de Fibi durmiendo raro. Los meses siguieron avanzando, y cada vez se hacía más duro acudir al trabajo con aquel peso a mis espaldas. Las náuseas y mareos eran mayores, y cada vez tenía que ir al baño con más frecuencia, era duro, pero no podía dejar de trabajar, mi sueldo era fundamental para esta familia. Un día cualquiera, Christian se puso enfermo. Aunque rápidamente adquirió un medicamento, ya que sería bastante peligroso que me contagiara en mi estado. Cada vez estaba más volcado en su profesión, sus vídeos traían una cantidad de dinero importante a casa; a veces, mucho más que mis libros. Me encantaba verlo tan ilusionado con lo que estaba haciendo, al final, el sacrificio que hicimos mereció la pena. Al poco tiempo, yo también traje buenas noticias a casa. —Cariño, ¡me han ascendido a Escritora de relatos cortos! —¡Me alegro mucho, cariño! Te lo mereces por todo el esfuerzo que has hecho. —Gracias, mi amor. Por desgracia, los horarios que tenía ahora eran peores. Trabaja durante toda la tarde, así que volvía más cansada a casa que antes, para colmo llevaba una vida en mi interior. Era una situación algo insostenible, pero debía traer dinero a casa para que cuando el bebé naciera poder asumir todos los gastos. Además, mi nuevo puesto exigía nuevos conocimientos que no tenía, así que tuve que comenzar a estudiar sobre el tema. ¡Y por fin estaba en mi noveno mes de embarazo! Aquel día estaba preparando una tarta de chocolate porque había llegado el 30º cumpleaños de Christian. ¡Ya estaba hecho un viejo! Aunque no debía reírme, porque pronto también sería el mío. Fibi aprovechó que me fui a buscar a Christian para zamparse un poco de tarta. Era una glotona. Cuando llegó la hora de soplar las velas, decidió quedarse junto a la tarta, ¡lo que le gustaba robar el protagonismo a aquella gata no era ni medio normal! —¿Tienes algún propósito, cumpleañero? — le pregunté. —De momento, no morirme. —Ja-ja, qué gracioso eres. Rápidamente se sentó a comer su tarta, lo que le gustaba comer a este hombre era de otro mundo. —¿Está buena? —inquirí, expectante a su respuesta. —Mmm, pasable, has mejorado —respondió con la boca llena. —¿Tú no comes, preciosa? —¡Qué va! Ya estoy lo suficientemente gorda con el embarazo. —¡No digas tonterías! Para de obsesionarte con tu peso, es una estupidez, estás preciosa, como siempre. —Tonto —refunfuñé. Para terminar de celebrar su cumpleaños, fuimos al karaoke de la gran ciudad. Christian hizo una gran actuación, pero no pude verla porque tuve que salir corriendo al baño a hacer pis. Cosas de estar embarazada. Cuando llegamos a casa, estaba tan molida que me eché la siesta. Al pasar un rato, me despertó un intenso dolor en la barriga. Al principio me asusté, pero al poco me percaté de que podían ser contracciones. Me había puesto de parto. —¡CHRISTIAN! Fuimos corriendo al hospital, pero mientras yo intentaba mantener la calma pese al intenso dolor, Christian estaba completamente aterrado. Pero, ¿quién iba a parir? ¿Él o yo? Fui a recepción a registrarme. Por suerte, llegué la primera. Aunque la chica se puso a hablar por teléfono sin darle mucha importancia al hecho de que…¡estaba de parto! Me agobié un poco por la tardanza de la chica de recepción, pero intenté no perder la compostura, sólo tenía que tener un poco de paciencia y ya me pasarían. Después de unos largos cinco minutos de espera, pude pasar hacia el quirófano. Me puse la bata y me tumbé sobre la camilla. Estaba muy asustada, pero confié en que todo saliera bien. Al fin y al cabo, era normal, era una madre primeriza. Estuve sola durante un rato en aquella fría habitación, pensando en todas las maneras posibles de morir durante el parto. Cada minuto que pasaba, era peor que el anterior. Cuando por fin llegó el médico, me tranquilicé. Hicieron pasar a Christian, aunque no fue de mucha ayuda, estaba más asustado que yo. El dolor era cada vez más fuerte, pero traté de sopórtalo con todas mis fuerzas. —¡Ya veo la cabeza! —exclamó el médico. —¡Oh, dios mío! —gritó Christian, al borde del colapso. Y por fin, tras un arduo esfuerzo, nació un niño completamente sano, al que llamamos Axel. —Bienvenido al mundo, pequeño Axel —le dije a mi bebé mientras que lo sostenía entre mis brazos. Fue la sensación más increíble que había llegado a sentir en toda mi vida. Tras aquel duro parto, estaba agotada. Pero había merecido la pena; ya tenía a mi pequeño junto a mí. Al llegar a casa, colocamos la cuna en nuestra habitación, queríamos tenerlo lo más cerca posible para atender a todas sus necesidades. Era un niño increíblemente guapo, lo quería con todas mis fuerzas. Lo protegería durante toda su vida, para mí era lo más importante del mundo. Axel Ambrosio sería criado con amor en el hogar que juntos habíamos construido, nunca le faltaría nada, estaba segura de ello. ¡Bueno! A pesar de los deseos de Christian ha sido un niño al final, aunque no le importa y lo ama con todo su corazón. Os prometo que no lo echará a los cocodrilos, Amelia se asegurará de que no haga locuras xddd Espero que el capítulo haya sido de vuestro agrado. Nos vemos en la próxima, bonitos. A Elang and Sheryl Wayne les gusta esto Share this post Link to post Compartir en otros sitios
Publicado 26 dic 2020 ¡Hola! Me ha encantado conocer a Amelia y ver como crecía la relación con Christian y el nacimiento de Axel. Espero seguir sabiendo más de los Ambrosio, me muero de ganas de saber mucho más de ellos. Share this post Link to post Compartir en otros sitios
Publicado 20 feb 2021 On 6/10/2020 at 21:06, ambrosiojdr said: ¡Hola! Hace bastante tiempo que no jugaba a los sims ya que mi ordenador me dio problemas, al igual que hace tiempo que no entraba a este foro. Guardo mucho cariño a este lugar ya que en su época pasaba muchas horas del día metida aquí. Me pasaba el día leyendo legacys y otras historias, e incluso subí uno propio, pero dejé de ser constante y ahí se quedó. Me entristece ver que ya casi nadie sube nuevo contenido y esta comunidad va muriendo poco a poco. Lo suscribo plenamente. Espero que continúes el legacy, estaba yendo muy bien. Amelia ya tenia una casa en condiciones, una pareja, hijo y hasta gato. Share this post Link to post Compartir en otros sitios
Publicado 14 mar 2021 Hola! Me encanta tu legacy! La verdad es que siento lo mismo que tu, una nostalgia por este sitio aunque se vea un poco abandonado. Espero que sigas el legado, me quede esperando mas :) Share this post Link to post Compartir en otros sitios
Publicado 16 abr 2021 On 25/12/2020 at 21:14, Lady Aelinor said: ¡Hola! Me ha encantado conocer a Amelia y ver como crecía la relación con Christian y el nacimiento de Axel. Espero seguir sabiendo más de los Ambrosio, me muero de ganas de saber mucho más de ellos. ¡Hola! Muchas gracias por tu comentario, significa mucho para mí que hayas leído esta historia y que te haya gustado. Por desgracia, el lugar donde tenía alojadas las fotos de este legacy era de pago, y mi prueba gratuita de un mes finalizó. Intenté utilizar otras páginas, como Imgur. Pero este, por alguna razón, no me funcionaba, por lo que me desanimé y dejé el legado abandonado. Igualmente, agradezco que te pasaras por aquí y disfrutaras lo que leíste. Share this post Link to post Compartir en otros sitios
Publicado 16 abr 2021 On 19/2/2021 at 15:01, Garfielz said: Lo suscribo plenamente. Espero que continúes el legacy, estaba yendo muy bien. Amelia ya tenia una casa en condiciones, una pareja, hijo y hasta gato. ¡Hola! Muchas gracias por tu comentario. Me hubiera gustado continuar con este legacy pero tuve problemas técnicos con el tema de las fotos y en qué páginas subirlas y tal. Igualmente te agradezco que te hayas pasado por aquí. P.D: El legacy Masterson fue uno de los primeros legacys que leí en este foro cuando me registré por primera vez. Y sin duda, es uno de mis favoritos. He de decir que me ha sacado muchas risas y me ha inspirado mucho a la hora de crear los míos. <333 A Garfielz le gusta esto Share this post Link to post Compartir en otros sitios
Publicado 16 abr 2021 On 13/3/2021 at 5:29, Gigi said: Hola! Me encanta tu legacy! La verdad es que siento lo mismo que tu, una nostalgia por este sitio aunque se vea un poco abandonado. Espero que sigas el legado, me quede esperando mas :) Hola!! Muchas gracias por tu comentario. Sí, es cierto que ya este sitio ya no tiene a penas actividad, pero de vez en cuando veo alguna que otra actualización y me alegro bastante. Es una pena, ya que cuando descubrí este foro hace poquitos años, ya estaba bastante abandonado. Me hubiera gustado estar en la época que estaba activo, porque es cierto que a la hora de subir contenido aquí, desmotiva un poco el hecho de que no haya nadie o casi nadie xd. Y por otra parte, por desgracia este legacy no va a poder continuar por problemas técnicos que tuve a la hora de alojar las fotos en otras páginas. Es bastante triste, porque estaba muy ilusionada con esta historia... pero en fin. Espero que lo poco que hayas leído, te haya gustado. A Elang and Simmerdesconocido les gusta esto Share this post Link to post Compartir en otros sitios
Publicado 5 mar 2023 Coincido con todos! También me encantó tu legacy y me gustó tu forma de narrar y contar, me encantó Amelia. Ojala hubiera una forma de que continues tu legacy, una copia de seguridad, tal vez antes del error? Share this post Link to post Compartir en otros sitios