*Antes de nada decir que Mia es un personaje de mi historia SIN LEY. Esto es un especial de Halloween sobre ella en un futuro alternativo ^^
"Mia"
Todo comenzó cuando apenas sabía caminar. Dependía de alguien para todo aunque esto, no fue así por mucho tiempo. Nadie estaba en el mundo para siempre.
Aprendí sola casi todo lo que sé, nadie quería decirme que estaba ocurriendo. ¿Protegerme decían? ¡Tonterías! ¡Necesitaba saber! Quería entender por qué el mundo es así. Sigo sin saberlo.
Tan solo sonreían falsamente y me decían que no me preocupara, que me lo contarían cuando fuera mayor.
Nadie me explicaba de dónde habían salido todas esas latas con comida. ¿Antes todo era diferente? Ahora, a veces teníamos que meternos en el agua para que cayera en nuestras manos algún pez algo que, rara vez ocurría. Algunas veces, plantábamos verduras en un pequeño trozo de tierra sin embargo, se nos hacía muy difícil que la cosecha no se perdiera.
Tampoco sabía que era eso de tocar la guitarra, qué era la música, los discos, el arte... Si sé los nombres de algunas cosas, ha sido porque me ha dado por preguntar que si no...
También había otros objetos extraños como las lavadoras que ya no servían para nada, al igual que las televisiones y los coches.
Hay algo que sí que me explicaron qué era. Los animales. Hay momentos en los que los llegaba a preferir antes que a los humanos.
Lástima que Cuando el hambre es prioridad, los humanos dejan sus valores atrás y matan a cualquier animal o incluso persona. No les culpo. Hay que sobrevivir. Eso es uno de mis primeros recuerdos. Lo primero que me dijeron nada más tuve una edad en la que era capaz de pensar.
Una pena ¿no? Supongo que esa es una de las cosas que podemos definir como pena. Nunca la he sentido, en toda mi vida, me han enseñado que solo puedo sentir hambre, rabia, calor, frío y dolor ya sea físico u emocional. Nunca he sentido nada.
Me miraban raro, pensaba que estaba loca. ¿Pero y si los locos son ellos? ¿No ven que era mucho más fácil morir?
Con el tiempo aprendí que a veces no.
Pero... había algo que me carcomía por dentro desde hacía años... Desde que era muy, muy pequeña, hasta lo que soy ahora. Debía fingir. Tenía que aparentar que era como ellos, que sentía dolor cuando alguien querido moría, que podía trabar amistades. ¿Cómo quieren eso si no sabía que era la muerte? Tan solo supuse que cuando alguien desaparecía durante mucho tiempo y ya no regresaba, había muerto.
Pero lo que más quería era saber qué se sentía al matar.
Un gran día, un maravilloso día, se me presentó la gran oportunidad.
El que me hubieran enseñado a usar un cuchillo, por primera vez, iba a ser útil.
Tengo que admitirlo, sentía algo en el estómago. ¿Algo llamado emoción, quizás? ¡No importaba! ¡Sentía algo distinto a lo que estaba acostumbrada!
Miré fijamente a los ojos a Alejandro. No sabía lo que le esperaba.
Estuvo observándome unos instantes en silencio, como barajando el qué decir.
Hasta que se dirigió a mí sin expresión alguna.
-¿Sabes? Hay algo que quiero decirte desde hace mucho tiempo... Verás...
No prestaba atención a sus palabras, sino a sus movimientos. Cada vez se iba acercando más y una sonrisa bastante tímida, iba apareciendo en su rostro. Dio un último paso.
Lo tiré al suelo. Al caer, gritó adolorido por el impacto del cráneo contra el suelo.
Supo que era su final cuando saqué el cuchillo, le dí un puñetazo en un lateral de la cabeza e impulsé el cuchillo hasta su vientre.
Todo en cuestión de tres segundos.
Por fin. Por fin supe que se siente al matar.
Una gran satisfacción. Pero duraba muy poco tiempo.
Necesitaba más.