Historia finalizada Romeo X Juliet

[NatayaTahir 0]

Capitulo 33

En un cuarto el corazón de cierto rubio se retorcía arrepentido por las palabras hirientes que le había dedicado a la chica de sus anhelos. Lo había hecho para que se alejara de él, para que no tuvieran que caer juntos en aquella tentación que horas antes no le había parecido tan mala y que ahora veía como la peor idea posible. Ella era una chica inocente, la persona más pura y hermosa que había conocido y no merecía que él, un ser despreciable, miserable y sin alma la tocara.

Sin embargo, la culpa le carcomía las entrañas y no sabía qué hacer para detenerlo hasta que un pensamiento se coló en su mente, igual que un rayo de Sol se cuela entre las nubes después de una tormenta.

-Alcohol-musitó. ¿Qué mejor que eso para dejarlo sin memoria durante unas horas? Tal vez su hígado no se lo agradecería, pero sin duda alguna, su cabeza sí.

Atravesó el salón con su paso seguro y elegante hasta llegar a la cocina de la casa, donde una Juliet le esperaba ebria y risueña, con las mejillas rojizas por el calor en la sangre y el cabello alborotado, tal y como le gustaba a él.

-¿Juliet…?-susurró y ella sonrió descaradamente.

-¿Quién tenemosh aquí?-le costaba pronunciar bien las palabras y su risa alcohólica le impedía hacerlo mejor-¡shi esh el idiota másh gdande que he conocido nunca!

Romeo reparó en las botellas vacías que yacían en la mesa: dos botellines de cerveza, una botella vacía de Ron y un culo de Vodka. Las mismas reservas que él había dejado para sus noches de insomnio y por lo tanto, demasiado para ella.

-Te llevaré a tu habitación-si alguien la veía en ese estado, no quería pensar que le harían.

-¡Aaaaaah no!-masculló intentando levantarse-yo no me muevo de aquí-pero volvió a sentarse porque casi no podía sostenerse en sus propios pies.

-Juliet…

-¡No pdonunciesh mi nombre otda vez!-le dio un buen tragó a la botella de Vodka para después poner cara de asco-eshto eshtá malíshimo.

Romeo hizo oídos sordos y la cogió de un brazo (ella se resistió un poco, sin éxito dado su estado) arrastrándola por todo el salón (Juliet se escurría de él cada dos pasos, cayéndose, por lo que el viaje hasta su habitación fue una autentica Odisea) hasta meterla en su cuarto.

-Y ahora te vas derecha a la cama-le aconsejó mientras cerraba la puerta para marcharse.

-¿Y no me vash a ayudad?-ella señaló su ropa inocentemente y él reprimió un gemido ahogado. Al ver el rostro avergonzado de Romeo se acercó un poco a él-¿de veddad que no me ayudadás?

-No me provoques-musitó apartándola.

Y ante aquella advertencia, por primera vez en toda su maldita vida de prisionera se sintió mujer, se sintió poderosa, lujuriosa y muy, muy atractiva. Como un fruto maduro, apetecible y sabroso.

-¿O qué?-le instigó esta, sin saber que se estaba metiendo de lleno en la boca del lobo. Se deshizo de la camiseta, intentando parecer sexy, aunque lo único que consiguió fue tambalearse, procurando que la cabeza le dejara de dar tantas vueltas

-Maldita sea, para-le advirtió él.

-¿Pod qué?-se desabrochó, o eso parecía querer, el primer botón del pantalón. Él tuvo que reprimir lanzarse contra ella y no hacerle el amor allí mismo y ella se acercó, manteniendo el equilibrio. Solo Dios sabía cómo estaba recurriendo a todo su autocontrol y ella no se lo ponía nada fácil. Cuando Juliet se paró, a escasos centímetros de Romeo y vio como la mano de esta iba, no sin cierto rubor en las mejillas de su dueña, directa a la bragueta del pantalón, la detuvo.

-He dicho que no-contestó de forma dura y fría, como era él.

Los ojos de la chica se cuajaron de lágrimas y retrocedió un poco.

-¿Tanto ashco te doy?-hipó-Una niña mimada shin fodmash.

Él la miró atónito, sin acabarse de creer que ella había pronunciado aquellas palabras ¿Qué le tenía asco?¿ ¿Que no lograba sentir la lujuria que sus ojos grises seguro transmitían, al verla allí, con las mejillas encendidas, tan inocente y dulce, sin camiseta, mordiéndose el labio y todo su cabello revuelto?

¿No presenciaba que si seguía provocándolo su virginidad se despediría de ella aquella noche? ¡Si lo estaba volviendo loco! Algo que nunca le había ocurrido con ninguna mujer, excepto con ella y su estúpido olor a caramelo.

-No sabes que dices-pronunció serio.

-¿Entoncesh? ¿Qué ocudde?

Él la observó, clavando sus pupilas en las suyas. Carraspeó un poco e inspiró, manteniendo la poca cordura de le restaba esa noche.

-Escúchame bien porque no lo repetiré: Cuando te haga el amor quiero que estés consciente-tras aquellas palabras giró sobre sus talones y se marchó.

Juliet se quedó allí, sin poder moverse, con el semblante desencajado y la mirada impactada. Aún no comprendía del todo, por su estado de embriaguez, la fuerza de esas palabras, pero al día siguiente, si es que recordaba algo, esa frase le daría un terrible dolor de cabeza. Mucho más que la resaca.

[neala 0]

AAAAAAAAAAh enci porfavor nos as dejado cn las ganas >(( bueno, muy bonito me a encantadoo

[Smily 7]

xDDDDDDDDD

ai....ami la voz de Juliet me habria quitado todo el alivido eh? xDDD

[_Betty_ 0]

Iiiiiiihhhhhhhh...pero como nos dejas asi???

Aunque Romeo tiene razon en una cosa...mas vale que cuando "jueguen al trenecito" XDDDDD este bien consciente...eso no se puede olvidar nunca.

Mas??

[sara-sara 0]

aaaaaaahhhh jajajajajaj noo puede ser! o que le ha soltado jajaj andaa quee... juliett... a quieen se le ocurre emborracharsee sin haber bebido nunca antes ajjajjaajjaja lo que hace el alcohol eh??

[NatayaTahir 0]

Siento mucho la espera, pero entre que me daba un poco de pereza hacer las fotos (buf! si vierais todos los trastos que tengo en decoración xD) y escribir (la idea estaba en mi cabeza, aunque siempre me ocurre lo mismo, queda mejor en mi mente que cuando lo escribo -.-), más dos examenes que tenía esta semana, no he hallado mucho tiempo...En fin, no me enrollo más porque seguro que quereis leer! PD: Se aceptan tomatazos, perazos, limonazos, y un gran etc de "azos"

Capitulo 34

Dicen que la primera borrachera fuerte nunca se recuerda, lo único que queda de ella, confirmándote que ha sido totalmente real, es esa resaca horrible que te acoge cuando te despiertas. Por supuesto, para una primeriza en el alcohol esto se cumpliría y si no, que se lo dijeran a mi cabeza. Al principio, al abrir los ojos y palpar con ellos la luz del sol, azulada a causa de la cortina, sentí la boca seca y pastosa, necesitando con urgencia un vaso de agua (o quizá más de un litro) para que acto seguido un dolor de barriga, desconocido hasta entonces, me golpeara sin compasión. Claro que la cosa no se quedaba ahí, ya que unas nauseas recorrieron todo mi esófago hasta instalarse en mi garganta. Pero sin duda, lo peor de todo aquello no eran esas simples molestias casi sin importancia. Lo peor era el dolor de cabeza, como si la tímida luz del astro rey fuera un foco fastidioso que me enfocaba directamente a los ojos.

Me levanté a duras penas, buscando en el cajón de la mesilla un escudo para que mis ojos estuvieran sanos y salvos. Al fin, casi tirando todo lo que el pobre cajón albergaba en su interior, encontré mis primeras y únicas gafas de sol. Una vez protegía de la luz, debía resolver el asunto de la pastosidad bucal y despejarme un poco la cabeza, para ver si aquél horrible dolor indescriptible me abandonaba y me dejaba tranquila, solo con mis nauseas y mi problema estomacal.

Comprobé que había caído rendida con el pantalón y los zapatos puestos, aunque, ¿dónde diablos estaba mi camiseta? Pensé que tal vez me la había quitado porque tenía calor y entonces, ¡Plaf! Un recuerdo azotó mi mente.

“-Maldita sea, para-decía seriamente una voz.

-¿Pod qué?-contestaba yo, sin saber pronunciar las palabras”

-¿Qué habrá ocurrido?-me di un golpe en la frente, para arrepentirme de inmediato-¡Dios, que alguien me arranque la cabeza!

Busqué ropa limpia en el armario para dirigirme al lavabo. Seguro que un buen baño me sentiría de maravilla para relajarme el cuerpo.

Deposité la ropa encima del váter y comencé a llenar la bañera, mientras me despojaba de toda aquella ropa que olía a alcohol rancio. Me miré un momento en el espejo para retirar ipso facto la vista. ¿Aquella chica con cara de espectro era realmente yo? ¿La misma Juliet de siempre? ¡Si parecía un maldito zombie!

Tras comprobar que el agua estaba en perfectas condiciones (no muy caliente, justo lo suficiente) me adentré en aquél retículo blanco de mármol y me estiré cuan larga era.

Cerré los ojos, dejándome transportar por el relax que me producía el vapor del agua y como una de aquellas películas donde alguien muere y ve toda su vida pasar por sus ojos, imágenes pasadas que no recordaba empezaron a invadir mi mente.

Romeo en la cocina, Romeo agarrándome del brazo, Romeo viendo como me levantaba tras caerme, Romeo alucinado mientras me quitaba mi camiseta y lo último…una frase que no acababa de entender…

No me vi en el espejo en aquél momento, sin embargo estaba claro que estaba roja hasta la frente al recordar cómo me había insinuado a él de forma poco sutil para que me hiciera el amor en mi propia cama. Él, como todo un caballero que pensaba que no llevaba dentro, me rechazó y se marchó. ¡Dios Santo! ¿No me había humillado bastante el día antes? ¡No! ¡Debía dejar claro que aquello no había sido suficiente! ¡Por supuesto! ¡Que sabía humillarme muchísimo mejor! ¡Arg, maldita bebida diabólica y maldita yo, por idiota!

Me vestí rápidamente, intentando que todos aquellos pensamientos de una noche demasiado ebria se alejaran de mí y se archivaran dentro de “cosas de las que nunca más quiero acordarme”.

Decidida a desayunar decentemente para acallar a mi malestar general, me dirigí a la cocina con toda la inocencia del mundo.

Lo que no me imaginaba era que me lo encontraría allí, tomándose un café y que en mi memoria se despejarían todas las lagunas que el alcohol se había encargado de forjar, para abofetearme con la frase más preocupante de toda mi existencia.

“-Escúchame bien porque no lo repetiré: Cuando te haga el amor quiero que estés consciente…haga el amor…haga el amor…haga el amor…”-musitaba el eco, chocando contra mi cráneo y acelerando mi pulso.

[NatayaTahir 0]

Capitulo 35

Un arrepentido y a la vez aliviado Romeo daba vueltas en la cama, sin evitar pensar en la frase que había proferido esa noche. Más que una frase dicha sin sentido, había sido una afirmación rotunda que cumpliría en un futuro próximo. Como una promesa silenciosa no explicita, pero que sin duda llevaría a cabo. Otra vuelta más en la cama. Bueno, ahora solo deseaba aferrarse a la idea de la resaca y de que ella no recordara absolutamente nada, puesto que era la primera vez en su vida que se avergonzaba sinceramente de algo. A parte de todos aquellos sentimientos que intentaba concentrar dentro de su gélida personalidad, que ahora resurgían con más fuerza y se incrustaban en el lugar más superficial de su alma.

Sin saber qué hacer, se levantó de un salto, se cambió la ropa y bajo a desayunar para mantenerse ocupado y no pensar. La casa estaba desierta y encontró una nota en el lado exterior de la puerta de su habitación.

“Señor Brown,

Voy a estar unos días fuera a causa de un asunto familiar. Le encargo a la señorita. Vigílela bien y trátela con el mayor de los respetos.

Atentamente: Nana”

Arrugó el trozo de papel y se lo metió en el bolsillo del pantalón. ¿Por qué tenía la corazonada de que aquello se estaba poniendo muy interesante?

Con un paso más ligero y su habitual sonrisa bajo las escaleras de tres en tres, para cruzar el pasillo, el salón y alcanzar por fin a la cocina, donde se preparó un café americano sin azúcar. Comenzó, sin darse cuenta del asunto, a tatarear una canción desconocida, de esas que solo escuchas una vez y se te graban a fuego en la memoria. Hacía mucho tiempo que no se hallaba tan alegre o eufórico.

Su felicidad aumento cuando el objeto de sus pensamientos apareció bajo el umbral de la estancia, con el cabello un poco mojado y unas espantosas ojeras marcadas bajo sus ojos (aunque a él le parecieron una delicia).

-Buenos días-dijo él con sorna.

-¡Ah! Baja la voz, ¿quieres?-abrió la nevera y sacó una botella de agua.

Él ensanchó un poco más la sonrisa al evidenciar que la resaca era bastante mayor de lo que había pensado de buenas a primeras.

La castaña se sentó frente a él, ocultando su mirada con unas gafas de sol y se bebió de un trago todo el contenido de la botella.

-¿Resaca, eh?-se mordió el labio para no reír y ella lo fulminó con la mirada, aunque él no lo apreció porque estaba cubierta por el oscuro cristal.

-¿Por qué la gente bebe tanto si después se sienten así?-preguntó para sí misma.

-Porque merece la pena-contestó él-a veces.

-¿A veces? ¡Nada se merece este dolor de cabeza! Jamás volveré a probar una gota de ese liquido malnacido-se pasó una mano por los húmedos cabellos y dio un largo suspiro.

-Siempre se dice lo mismo. “Nunca beberé alcohol, no después de esta resaca” y acabas cayendo.

-Yo lo digo en serio-indicó convencida-muy en serio.

-Te cronometraré para ver cuánto tardas en caer-ella rodó los ojos como simple respuesta.

Entonces permanecieron en silencio, disfrutando en cierta forma de aquél descanso. Romeo se llevó la taza a la boca para seguir con su amargo brebaje.

-Yo te gusto, ¿verdad?-soltó de pronto la joven, haciendo que el chico se atragantara.

-¿A qué viene…?

-Dijiste que me besaste para saber que era probar a una poca cosa-musitó apenada y algo se removió en el pecho del chico, dándole un pinchazo. Su corazón-no obstante, ayer por la noche, dijiste…dijiste…-se mordió el labio sin atrever a pronunciar aquella frase.

-Lo que dije ayer por la noche...-su mente no conseguía darle una excusa suficientemente razonable y además estaba harto. Harto de esconder que le atraía aquella chica resacosa, con gafas de sol y tiernas pecas dibujando su rostro infantil. Harto de tenerla tan cerca y a la vez tan lejos y así, sin pensar en las consecuencias, como aquella primera vez, se acercó a ella con paso acechante y la agarró del brazo hasta alzarla y empotrarla contra la pared.

Las negras gafas de las chicas cayeron por el brusco movimiento y soltó un grito adolorido al chocar con la pared, sin embargo, cuando vio los ojos de su cazador desistió en hacer un movimiento. El acero siempre frío y austero, ahora era líquido y brillante al resplandecer con las llamas del deseo. Ella se sintió pequeña e insignificante, igual que un conejillo frente a un lobo hambriento y supo de inmediato que sus posibilidades de escapar eran nulas. Así que se dejó hacer cuando él incrustó sus labios por segunda vez, fríos al tacto y con sabor a café, con la menor consideración posible, atrayéndola más y más hacía su cuerpo.

Buscaba su boca como un famélico busca alimento, ansiando beberle el alma en aquél contacto tan fiero y salvaje. Se adentró con su lengua en la cavidad de la chica, aprendiéndose de memoria todos los recovecos hasta encontrar lo que anhelaba. Ella respondió despacio a todas aquellas caricias desenfrenadas, hasta saborear el intruso que se había adentrado casi sin permiso dentro de su boca. Y en aquella danza eterna de intercambio de saliva y apetito, se dejaron llevar hacía la deriva y desconectaron por completo de la tierra, ingresando en un mundo paralelo a aquél.

No obstante, todo terminó cuando oyeron la voz grave y exigente del padre de Juliet, llamando a la fiel sirviente que en ese momento no se hallaba en la casa. Se separaron bruscamente, mirándose a los ojos y con los nervios a flor de piel. Pero a Romeo no se le escapó el hecho de que ahora los labios de la chica estaban más hinchados y rojizos, culpa suya (una culpa que le encantaba). A ella tampoco le paso desapercibido el cabello dorado del joven y se sonrieron, satisfechos.

Juliet se arregló el vestido y un poco el cabello y justo cuando iba a salir para ver qué demonios quería don oportunista, Romeo la agarró de la muñeca y acercó la cabeza a su oreja.

-Recuérdalo bien, Juliet. Ahora eres mía-y la soltó, mientras Juliet se sonrojaba más de lo debido.

[Cova 124]

Enci... pero que gafas tan horribles le has puesto a la pobre chica?

Bueno, por todo lo demas, Romeo sigue tan idiota, y tan sexy como siempre.

Don't worry :3

Con amooor,

Cova.

PD: We love Cyril

[sara-sara 0]

AAAAAAAAHHHHHHHHHHHH mueroooo te asegurooo que me daba algoo cuando se besaron!! pooorrfiinn pareece que romeeo no la va a soltar más!

[neala 0]

Se permiten rosazos? OOOOOOOOOOOOOH me a encantado enci ((( ya es suya wiiii *----* mas te vale actualizar mas seguido o si no te vamos a dar azotazos xddddddd (L)

[Lenne 0]

¡Ufff! Llevaba mucho tiempo sin leer, demasiado, me he perdido muchas cosas, ¡que rabia!

No pasa nada, no tardaré en ponerme al día y tú sigue haciendo capítulos tan interesantes y jugosos como estos .

[EverNight 0]

Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!! Me encanta!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!Por poco me da un infarto cuando Romeo le dice eso de "Recuerdalo bien Juliet. ahora eres mia" (aunque el padre es un poco inoportuno la verdad)

Aqui tienes una nueva seguidora de tu historia. Besos

Editado 30 ene 2010 por EverNight

[yaizis 0]

¡Mataría al padre y me quedaría tan ancha!

Me va a dar algo esperando.....

[NatayaTahir 0]

Gracias por todos los comentarios!!! Ahora la historia se va a poner más interesante...hohoho! Y ya sabeis, tomatazos, perazos, etc...

Capitulo 36

Si alguien me hubiera dicho que aquél hombre gélido, solitario y de aspecto malhumorado me diría que era de su propiedad (con un timbre de voz muy masculino y con un toque seductor) estaría postrada en el suelo partiéndome de risa. No obstante, allí estaba él, sonriéndome de forma picara, con los ojos aún destellantes de placer y observándome de arriba abajo sin guardar ningún pudor.

Carraspeé un par de veces para serenarme, hinché mis pulmones con todo el aire que fui capaz y salí al encuentro de mi padre, con mi guardaespaldas/¿amante? Pisándome los talones.

-Padre-musité con la cabeza gacha, ya que todavía me hallaba un poco mareada por tanta acción.

-¡Juliet, hija! ¿Así que haciéndonos esperar, eh?-rió su padre, con un buen humor bastante inusual-¿dónde está Nana?

-La señora ha partido por problemas familiares-intervino Romeo, acercándose un poco a mí-me ha pedido que vigilara a Juliet.

-Entiendo, entiendo. Bien, no importa. Para eso te contraté, ¿no? Cambiando de tema, querida-levanté el rostro ante aquél adjetivo tan cariñoso por su parte-ha venido tu prometido a verte. Hoy vamos a concretar detalles de la boda.

Ni mil agujas clavadas por todo mi cuerpo, ni mil cubos de agua fría cayéndome encima y ni tan siquiera caminar por fuego durante toda la vida me parecería tan cruel como aquello. Mi prometido. Mi futuro marido. El hombre sádico y sin corazón que trataba a todo el mundo como si fueran despojos insignificantes, venía a concretar los detalles de mi futura boda. De mi destino marcado, borrando a su paso cualquier huella de felicidad que pudiera descubrir con el hombre que se encontraba en mi espalda. Tragué saliva, mas mi boca se hallaba seca y percibí un leve temblor contenido a mi espalda.

-¿Te importaría dejarnos solos, Romeo?-preguntó mi progenitor abriendo la puerta de entra-pase, pase, señor Grayson.

Romeo caminó con paso lento, pasando por mi lado, haciendo que viera en sus ojos la ira encerrada de su interior. Le miré suplicante para que no se marchara, sin embargo, se evaporó de la sala, abandonándome a mi suerte con dos hombres brutales que no me tendrían en consideración.

-Llámame Charles, dentro de poco seremos familia-y los dos hombres rieron ante ese hecho y yo sentí desfallecerme, con las lágrimas arremolinadas en mi lagrimal, incapaces de retenerse por mucho tiempo.

-Bien, Charles, aquí la tienes. ¿Verdad que es una autentica belleza?

-¡Es más guapa que en foto, ciertamente!-se aproximó a mí, relamiéndose los labios y yo me mordí el labio e hice una pequeña reverencia, intentando mantener la compostura-y también es refinada. ¡Menuda esposa serás, preciosa!

-Bueno, bueno, me alegro que te guste tanto mi hija, Charles. Ahora, si me permites, debemos arreglar todo el asunto-le indicó que se sentara en uno de los sofás-Juliet, ya puedes marcharte.

¿Marcharme? ¿Iban a decidir mi futuro sin estar yo presente? ¿Por qué no me sorprendía? Acumulé todo el orgullo y serenidad que fui capaz y volví a hacer una pequeña reverencia.

-Padre, señor Grayson.

-Tutéame, preciosa, dentro de poco nos casaremos.

-No creo considerado hacerlo hasta que usted no se convierta en mi marido, ahora, si me disculpan, me retiro a mi habitación-y con todo el temple que había adquirido tras años de esconder lo que realmente pensaba, me alejé de aquél infierno llamado salón y me refugié en el único lugar que podía acogerme.

Esta vez no lloré. Me mantuve fuerte mientras mi espalda resbalaba por la puerta y caía en el suelo, hecha un ovillo. Ya no más lágrimas, ya no más sufrimiento, ya no más cautiverio…me largaría de allí como fuera. Huiría de toda la estirpe Doyle y de sus negocios sucios, de toda aquella mafia putrefacta que mató a mi madre. Pero no me marcharía sola, no. Le pediría a cierto chico de cabellos rubios y mirada gris que me acompañara. Ahora era suya, ¿cierto?

[NatayaTahir 0]

Capitulo 37

Alguien tiró una silla, furioso, contra el suelo de su habitación. ¿Prometida? ¿Con quién? ¿Por qué ella no le había dicho nada? ¿Realmente se quería casar o eran negocios de su padre? Por la mirada suplicante sería por conveniencia, no por amor. Y tras confirmar aquello se sintió más liviano, menos rabioso.

El sonido del móvil le sacó de una extraña ensoñación en la cual liberaba a Juliet y se fugaban cogidos de la mano, con un paisaje de costa de fondo.

-¿Diga?-su voz sonó áspera, alejando cualquier atisbo de alegría.

-¿Romeo Brown, guardaespaldas de mi amiga Juliet?-preguntó una voz vagamente familiar al otro lado del teléfono.

-¿Quién coño eres?

-Soy Kaori, ya sabes, la asiática de buen ver que visita a Juliet de vez en cuando-¡oh si, la del intercambio cultural!

-¿Cómo cojones has conseguido mi número de móvil?

-Soy la hija de la mano derecha de tu jefe. Investigar entre los papeles no es tarea fácil-dijo y se oyó una voz de fondo-bien, voy al grano. Será mejor que te sientes.

Romeo no le hizo caso al principio, pero cuando Kaori le empezó a contar toda la historia sobre el hermano de Juliet que ahora vivía en su casa porque su hermana lo había hallado delante de su hogar malherido y ésta le había curado, y que además ella estaba medio saliendo con Cyril, se sentó. ¿Aquella historia surrealista era del todo fiable? No creía que la mejor amiga de Juliet le pudiera engañar así.

-Entonces, espera, me estás diciendo que ¿Cyril vive con Vainille? ¿Y que tú estás liada con Cyril?-estaba perplejo y no pudo evitar sonar como tal.

-Exacto, una historia fascinante, ¿no te parece? El destino puede ser muy irónico-musitó y alguien le arrancó el aparato de las manos.

-¿Romeo?-una voz masculina desconocida musitó su nombre vacilando.

-Cyril, supongo-contestó este un poco sorprendido aún.

-Sí, soy yo. Después del resumen que te ha hecho Kaori-se le oyó decir “gracias” en voz baja-deberías venir aquí y escuchar el resto de detalles cara a cara.

-¿Por qué debería ir? Trabajo para tu padre, ¿cómo estás tan seguro de que soy de fiar?

-Porque tu hermana confía en ti-en el pecho del joven rubio se agitó otro sentimiento bastante conocido y al mismo tiempo irreconocible. El amor fraternal, la confianza entre hermanos, el cariño que había cortado con el único familiar que lo quería.

Un sentimiento que hacía años que había enterrado y que consideraba extinto. No obstante, allí estaba, rebosando por todas las capas de su piel, resurgiendo con fuerza, apartando la pesada tapa que lo mantenía oculto. Y Romeo suspiró y negó con la cabeza. Se estaba volviendo un sensiblero de película de chicas. Volvió a suspirar.

-De acuerdo. Ayudaré hasta cierto límite. Yo también tengo cosas pendientes con tu padre.

-Perfecto. Bien, antes de venir aquí debes hacer algo. Sospecho que no te llevará mucho tiempo.

-¿Qué quieres que haga?-odiaba que le dieran ordenes (aunque no lo fueran del todo) sin embargo creyó conveniente que la situación lo requería, así que se resignó de buenas a primeras y escuchó atentamente a Cyril. Lo dicho, se estaba volviendo un sensiblero.

-Sacar a mi hermana de ahí y traerla-directo, sin entrar en detalles y a quemarropa.

-¡¿Qué?! ¡Estás como una jodida regadera!

-No, escucha, es importante que ella salga de ese lugar. Necesita conocer la verdad, es más, debe saber la verdad-su voz era una súplica implícita que Romeo pillo al acto. Dejó atrás todos los titubeos e incluso el amor por su propio pellejo.

-Entiendo. Tranquilo, lo puedes dejar en mis manos-y cortó el móvil sin despedirse, tumbándose en la cama y cerrando los ojos. ¿En qué lio se había metido ahora?

[neala 0]

FAAANTAAAAASICO, mas te vale actualizar pronto si no si que te vamos a tirar tomatazos pero por ahora rosazososssssss mas rosazosssssss me a gustado mucho puto abuelo de mierda te arranco la lengua /%$/()

[Marissa 1]

Me encanta esta historia!!!! esta más emocionante que nunca!!!

sigue pronto por favor!

besos

[Aliena 0]

MAS!!! QUIERO MAS!!!

Pero bueno, no te agobies, cuando puedas sigue la historia...puedo soportarlo.jejeje

Pero es uqe siempre lo dejas en lo mejor, que bien lo hacer jodia!!

Aunque no estoy deacuerdo en que no plasmas bien las ideas, a mi la historia me parece fantastica y si no supera tus pensamientos tenes uqe tener una cabecita de la leche, por uqe las fotos y la narrativa son geniales y me encantan. creo uqe escribes genial!!

[zahori21 0]

esto se pone cada vez mejor....

pobre Juliet!!!!! su padre si que es un ser despreciable

[sara-sara 0]

meee ennncaaaannntaaa!! cadaa dia es mejor y mejor!

odioo al prometido de juliet! viejoo verdee ¬¬ y el padre.. puaf... es asqueroso... lo odio!

aiiis! romeeooo aajjjajajajaj se esta volviendo sensible

[Angelique 0]

La adorooooooooooooooooooo! Sigue pronto!

[Beelz 736]

Me he leido la historia de golpe HOY y enserio me he quedao ... sin duda la mejor historia que he leido

Y como no actualices en vez de tomatazos y latigazos te voy a dar decapitazos >.<

[NatayaTahir 0]

Muchas gracias por todos vuestros comentarios y siento la espera! A veces la pereza me gana...hohoho...En fin, aquí os traigo dos capitulos recién sacaditos del horno! Espero que los disfruteis =D

Capitulo 38

En una casa a las afueras de aquella ruidosa ciudad, tres personas se miraban sin hablar, pensando en toda la conversación de minutos atrás. Vainille se sentía inquieta por su hermano Romeo, básicamente por el plan suicida que iba a cometer, pero no quedaba más remedio. Cyril se preguntaba si realmente Romeo conseguiría sacar a su hermana pequeña de allí, mas al ver la determinación de Vainille y toda la confianza que esta le brindaba a su único pariente vivo, supo de inmediato que lo haría. Kaori, se alegraba un poco al saber que su amiga huiría, alejándose de aquella casa donde había sido una prisionera inocente desde que nació. Se lo merecía.

-Bueno, chicos, creo que es hora de que me vaya-musitó Kaori y los otros dos asintieron-mis padres me estarán echando de menos.

-De acuerdo-Cyril se levantó y la acompañó amablemente hasta la puerta, donde le dio un fugaz beso en los labios.

-Si Romeo llama o algo, avisadme por favor-comunicó la asiática y su novio hizo un leve gesto de asentimiento-gracias-volvieron a besarse y la morena se marchó, cerrando la puerta a su paso.

-Vaya nochecita-murmuró el chico al sentarse-todo esto es un autentico follón.

-Y que lo digas-le dio la razón la rubia-espero que a Romeo le vaya bien y no le pillen…

-Seguro que solo sale bien-le infundió consuelo a Vainille-seguro.

Ella susurró algo inteligible y después le agradeció a Cyril que hubiera confiado tanto en su hermano para una misión como aquella. Romeo no era un mal chico, solo que se metía en todo tipo de problemas.

-Por cierto, dijo que tenía cosas pendientes con…mi padre-la simple palabra le daba asco-¿Qué tipo de…?

Vainille le miró apenada y después dejó escapar un largo suspiro de tristeza y desesperación. Odiaba toda la situación referente a su familia, odiaba que su hermano hiciera lo que hiciera, odiaba su estúpida obsesión con la venganza, en vez de estar con ella y superar juntos el dolor de la pérdida. No obstante, Romeo ya no era el Romeo cariñoso que ella había conocido en su infancia. Era cierto que la había estado cuidando durante toda la vida, pero sin cariño, a gritos, sin palabras dulces ni abrazos, con sonrisas cínicas y malos modos. A pesar de todo, le quería. Le quería más que a nada en el mundo.

-Es una larga historia-terminó por decir.

-Tengo tiempo de escucharla-ella no estaba segura de si explicarla o no, ya que nunca lo había hecho y recordarla le producía un gran dolor. No obstante, a veces uno debe ser fuerte y confesar lo que en un pasado ocurrió, así, tal vez, un peso en la espalda sea más ligero.

-Está bien-tomó aire-mis padres siempre quisieron hacer su propio negocio, estaban hartos de trabajar en cosas que no les entusiasmaban y querían ser sus propios jefes, por eso decidieron ir ahorrando y abrir una preciosa panadería-pastelería. Como mi padre era diabético, también decidieron incluir pastelitos, bollos o pastas sin azúcar, algo casero y no de fábrica.

Cyril sonrió al oír el bonito sueño de sus padres y ella le sonrió de vuelta.

-Cuando ya tenían todo el dinero y habían adquirido un buen local en el centro, mi abuela paterna enfermó a causa de una extraña enfermedad que solo se trataba en un hospital, de pago por supuesto. Mis padres tuvieron que ingresar su dinero en la cuenta del hospital y así intentar salvar a mi abuela, la única que nos quedaba a mi hermano y a mí en aquél momento-hizo una pausa, pensativa y continuó-como has podio adivinar, se quedaron arruinados, sin trabajo y con una hipoteca de más. Mi padre prometió que lo arreglaría todo y al cabo de pocos meses, con dinero que mi madre no supo de donde salió, su sueño se había hecho realidad.

-Todo iba bien, había clientes fijos y mi hermano y yo revoloteábamos por la cocina donde se hacía toda la comida, jugando con la harina y comiendo dulces a diario-rió al recordar tiempos mejores y prosiguió-cuando todavía no estaba abierta y nuestros padres trabajaban en su anterior trabajo, casi nunca comíamos dulces debido a la enfermedad de mi padre. No le gustaban los dulces para diabéticos que vendían en el supermercado y nadie hacía pastas caseras, y para evitar la tentación, mi madre no compraba nada con azúcar. Hasta que él se iba de viaje y nos hinchábamos todos a comer pastelillos de nata, tortas de frambuesa y galletas con trocitos de chocolate. Aunque Romeo solo comía las cosas que llevaban caramelo, lo demás no le gustaba-volvió a reír-por eso, con la pastelería, cada día comíamos dulces, a pesar de las restricciones de nuestros padres y los continuos empastes.

-Sí, ya sé, parece todo un cuento de rosas, sin embargo, todo lo bueno acaba y un día que Romeo y yo volvíamos pronto de la escuela, había un señor regordete, con poco cabello, de un castaño oscuro y unos ojos penetrantes, que discutía acaloradamente con nuestros padres.

-Mi padre-musitó Cyril al coincidir la descripción con el aspecto de su progenitor.

-Supongo que sí. Yo me quedé allí quieta, mirando la escena, pero mi hermano me cogió de la mano y me tiró para entrar en el salón, ya que ellos reñían en el hall. Después se oyó un portazo, los gritos continuos de mi madre y las excusas de mi padre. Todo cayó en declive y la felicidad de aquellos días se evaporó.

-Unas semanas más tarde, mientras mi madre preparaba unos pasteles encargados y mi padre atendía en el mostrador, Romeo y yo leíamos tebeos, sentados en unas sillas en la trastienda. Volvimos a oír la misma voz que aquél día, irónica, con falsa compasión y mi madre nos indicó que nos quedáramos donde estábamos y no dijéramos nada. Claro que, al ser niños, la curiosidad nos mató y nos asomamos un poco para ver que ocurría. Mi padre se disculpaba con la cabeza gacha, mi madre tenía el rostro desencajado y el hombre lucía una sonrisa malévola en sus labios. Dos segundos después…-la voz perdió fuerza, y unas tímidas lágrimas asomaron por su rostro blanquecino.

-Para, Vainille, ya está…ya…

-No. Hasta el final-suplicó ella, secándose el agua con el brazo-dos segundos después, dos disparos salieron a bocajarro de una pistola y traspasaron los cuerpos de nuestros familiares, que cayeron inertes frente a nosotros.

-Romeo me tapó rápidamente la boca con la mano para que no gritara y me empujó para que nos escondiéramos. Estuvimos así un rato hasta que se marcharon y acudimos a ver los cadáveres que minutos atrás nos habían sonreído y abrazado…-repitió el gesto del brazo, aplacando las lágrimas y respiro un par de veces-bueno, como te imaginas, tu…padre, los mato por dinero. El dinero sorpresa que hizo posible el sueño de mis progenitores venía de un sucio acuerdo y con él, la muerte. No llamamos a la policía, no avisamos a nadie, simplemente subimos a la habitación de matrimonio y nos abrazamos toda la noche, sin llorar, sin gritar, sin decir nada. Solo el silencio y un abrazo. Y vi, vi de primera mano, como la cálida mirada de mi hermano se borraba para mostrar una más dura, más fría, helada y juró venganza. Matar al cabrón que nos había hecho aquello.

Cyril se acercó más a ella y la levantó para sentarla en sus brazos y darle un fuerte abrazo. No se había imaginado nada como aquello, nada tan triste y doloroso como aquello.

-Nos transformamos en adultos-musitó Vainille en el pecho de Cyril, donde estaba acunada-nos arrebataron la infancia y la alegría de seguir viviendo, cuando tan solo estábamos empezando a vivir. Nuestros tíos no quisieron hacerse cargo de nosotros, renegando de nuestra existencia, como si fuéramos una carga para ellos. Pasamos por muchas familias adoptivas, cada cual más dura, Romeo fue entrando en todas esas bandas de acciones sospechosas y yo me quedaba por la noche llorando su ausencia, llorando porque mi hermano había muerto la noche que juró venganza-abrazó más a Cyril y él le acarició el cabello-Romeo alquiló esta casa cuando cumplió los 18, paga mis estudios, los que él no quiso y sigue con su trastornado plan.

-Vainille…-musitó Cyril en su oreja, haciendo que se estremeciera.

-Quiero tanto a mi hermano, Cyril, tanto. A veces me doy miedo a mí misma, no porque considere que sea un amor incesto, porque no lo es, sino porque mi hermano, a pesar de todo lo que me ha hecho y sigue haciendo, aún guarda esos ojos plateados que una vez me miraron con cariño, esos brazos que me acunaban cuando tenía pesadillas y esos besos en las mejillas cuando me pedía perdón por alguna travesura que me había hecho.

Ella alzó la vista para dejarse llevar por la mirada color miel que él le ofrecía, por el consuelo que le estaba dando, haciendo que su corazón por primera vez en su vida no doliera tanto y hallara un poco de paz. Y no supieron cuando sus labios se habían encontrado en un tierno beso, cuando sus manos recorrían ansiosas la piel del otro, buscando más y cuando, en sus pensamientos, reclamaban por más, porque en ese instante, en ese efímero e intenso encuentro, supieron con total seguridad que habían nacido para amarse y para no ser de nadie más.

PD: Este capitulín es un pelín más largo de lo normal. Me hubiera gustado esplayarme más, pero creo que ya queda bien resumido todo y os podéis hacer una idea del sufrimiento de Romeo y Vainille.

Editado 9 feb 2010 por Hinata_Nione

[NatayaTahir 0]

Capitulo 39

Una lluvia fina caía fuera de los muros de mi prisión. El sonido era relajante y sosegado, invitándote al placer de sumergirte en una buena lectura y una taza de café. Pero mi mente no podía pensar en otra cosa que no fuera un plan de fuga inmediato. Había barajado varias ideas, como asesinar a mi padre sin dejar huella (los capítulos online de CSI eran bastante influenciables, la verdad) o pasar a un plan menos cruento y sanguinario, aunque bastante peliculero.

Conocía por mano de Nana que existía una sala de vigilancia en el sótano, toda llena de pantallas y Dvds que grababan todo lo que las cámaras de afuera filmaban.

Quizá si pudiera entrar en aquella sala, cambiar algunos Dvds por otros, como si fuera un montaje y así no ser vista, era lo que había titulado como “plan desesperado de dosis de películas de espías”, abreviado quedaba como PDDPE, que no estaba mal.

Bien, ahora solo necesitaba la colaboración de cierto hombre que me protegía y que seguro me diría que había perdido completamente la cabeza, no obstante, me daba igual su opinión mientras pudiera marcharme con él, como si se tratara de una de esas telenovelas infumables que toda ama de casa ve.

Me dirigí a la cocina con total libertad, causada por la ausencia de Nana, para ver si mi guardaespaldas estaba allí. Resoplé desilusionada al comprobar que se hallaba totalmente desierta, sin embargo, una respiración en mi cuello hizo que me pusiera tensa.

-¿Me buscabas?-preguntó con su voz dura, sin embargo, no pasó desapercibida cierta melosidad por su parte.

-Si…-respondí sin mentir. ¿Para qué hacerlo cuando él había dejado claras sus intenciones sobre mí?

Sin avisar me giró y me escudriñó con sus ojos de plata, para acto seguido llevarse un mechón de mi cabello a sus labios y besarlo con una pizca de posesión.

-¿Sabes que hueles a caramelo?

Sonreí embarazosamente por la situación (seguía siendo una inexperta en todo aquél tema) y negué levemente con la cabeza. ¿A caramelo? ¿Seguro? ¡Si mi champú era de lavanda!

-Pues hueles a caramelo-sonrió de aquella forma tan suya, tan Romeo-y me encanta.

Fueron las últimas palabras que oí y me dejé llevar a la deriva cuando instaló su nariz en mi cuello, oliéndome como si fuera un perfume caro. Yo también me deleité con su fragancia a menta mezclada con ese toque amargo del tabaco, un aroma tan masculino y seductor como él.

Mis piernas amenazaban con renunciar a mantener mi peso y esto incrementó al notar sus labios sobre mi piel, quemándome cada zona que reseguía, mordiendo con furia mi pálida piel y un escalofrió arrebatador se situó en mi columna al sentir como su mano reseguía tímidamente mi clavícula, bajando un poco de vez en cuando, parando al ser necesario para que no me asustara y realmente se lo agradecí. Y justo cuando ya estaba por mandarlo todo al diablo y exigirle que profundizara más aquellos escasos besos, se separó de mí y se sentó en una de las sillas.

-Tenemos que hablar-fue lo primero que escuché tras recuperarme de toda aquella subida de hormonas que nublaba mi mente y hacía que mi cuerpo se entorpeciera más de lo normal.

-¿Hablar?-mi voz sonó quebrada, puesto que aún estaba recuperando el aliento.

-Hablar-me indicó la silla con la barbilla y me senté justo donde me pedía. Me alisé la falda con las manos y aguardé hasta que él dijera que quería hablar.

Tras aclararse un par de veces la garganta, pasarse la mano repetidas veces por el cabello y bufar de una forma que me desconcertó, concentró toda su energía en mis dos pares de ojos abiertos, taladrándome en silencio, mientras yo contenía la respiración al contemplar sus dos cuencas gélidas, de un grisáceo más oscuro, como a acero mojado.

-Voy a sacarte de aquí-era una afirmación-aún no se cómo, pero lo voy a hacer.

Me quedé estática en el asiento, sopesando sus palabras y al fin pude exhalar el poco aire que guardaban mis pulmones.

-¿Sacarme…de aquí? Te refieres a… ¿secuestrarme?-él asintió ligeramente y sonreí. ¿Me había leído la mente? ¿Se había puesto celoso al pensar que me casaría con otro? Todas aquellas suposiciones hicieron que mi pecho se hinchara por un extraño sentimiento.

-¿Por qué?-deseaba que confirmara todas mis teorías y así sentirme un poco mejor.

-Lo sabrás a su debido tiempo-respondió de una forma misteriosa-ahora concentrémonos en un plan. Quiero hacerlo en pocos días.

Asentí, algo preocupada por la voz tan siniestra que había adquirido. Bien, yo también le iba a pedir que me sacara de aquél antro, ya que sin su ayuda no lo conseguiría. No obstante, quitando todas mis ridículas suposiciones de jovenzuela enamorada, todo aquello era extraño, demasiado. ¿Saberlo a su debido tiempo? ¿Qué estaría ocurriendo?

-¿Alguna idea?-preguntó sacándome de mi reflexión interna y volví a asentir. Y allí estuvimos durante largo rato, conversando sobre nuestro plan de fuga, discutiendo sobre si hacer o no mi plan PDDPE.

PD: Juliet sigue con ojeras porque todavía tiene efecto de la resaca (por eso y porque me he olvidado quitarlas =D)

PD2: Ya veis, Romeo ya va a matar con la pobre Juliet xD

[Marissa 1]

Genial como siempre! escribes tan lindo, sigue pronto!

besos